Consolidar una lealtad tan profunda y duradera con un medio impreso no es casualidad, ni algo azaroso. Es consecuencia de un conjunto de factores que conforman un círculo virtuoso, que el ciudadano valora positivamente y que lo convierte en lector permanente del periódico.
López Obrador usa la mentira para colocarse por encima de toda la sociedad a fin de blindar sus decisiones frente al escrutinio público y eludir la rendición de cuentas.
En la hora actual, dice Joseph Ratzinger, “la capacidad del hombre consiste en su capacidad de acción. Lo que se sabe hacer, se puede hacer. Ya no existe un saber hacer separado del poder hacer, porque estaría en contra de la libertad, que es el valor supremo.
Y si el hombre de la comida pútrida no se presenta por inasistencia muy justificada, digamos su próxima gira por los juzgados del sureste de Miami, seguro que le envían a “El Coqui” de primer suplente. Porque esas oportunidades no se presentan todos los días.
La estatocracia socialcomunista se alimenta de las lecciones del monarca francés Luis XIV -El Estado soy yo- enraizada en el desponepotismo de la cúpula en el poder. | Foto cortesía
El autor Luis Guzmán Balbás ahonda en la corta pero importante gestión del Ing. Elías Nadim Inaty Bello, juramentado por el entonces Presidente de la República, Rafael Caldera
Síntesis Deportiva / Por Avelino Avancin
Venezuela se estremece y se desangra a consecuencia de los embates de las fuerzas de la violencia que, con todas sus máscaras y disfraces caídos, se abaten con toda la crueldad y perversión posibles sobre la humanidad de nuestra sociedad.
¿Cómo enfrentar, es la pregunta, a terroristas y narcotraficantes o tratantes de personas, que se desplazan por los espacios globales para ejecutar sus crímenes transfronterizos y luego se atrincheran tras los muros de un Estado narco o criminal?
Una iglesia es una iglesia. Según las escrituras, si un templo llegara a derrumbarse, en tres días se podría levantar. Eso lo sabe cualquier cristiano. Porque pasa que una iglesia está hecha del espíritu de los feligreses, y así lo entendió Jesús, quien era de Galilea y por eso hablaba con propiedad.