Lo cierto es que, por el camino en el que van las cosas, el mismo hombre -varón o mujer- está dejando de ser y de ser persona. Se despersonaliza en el siglo XXI.
Tengo una memoria culinaria inolvidable de cuando viajé con mi familia para los Andes por primera vez, siendo adolescente… Las truchas, las arepas andinas con harina de trigo, los jugos en jarras, a partir de esas vivencias, ya los Andes no se me antojaban extraños.
Te pido ¡Oh altísimo! No permitas más nunca las desapariciones forzadas e ilegales en este país ni que nunca más exista un centro de tortura.
Mis memorias del terruño infantil son lo que genuinamente me ata a estas tierras donde he nacido y me he cultivado en gran parte.