Lo comprobamos con el pretendido “enroque” ministerial de la semana pasada, en Venezuela. Las mismas caras, con diferentes botines.
Días atrás, oímos ciertas declaraciones de un “señor” que se dice presidente de la República: “Mi gobierno -dijo- está liberando a Venezuela de bandas delincuenciales, cuyos miembros se están yendo pa’ Colombia porque allá los reciben con los brazos abiertos los grupos paramilitares”.
Tendría que vivir miles de años para reponer su maltratada honrilla, pero nunca viene mal que comience cuanto antes. | Foto cortesía
Que haya encabezado esa medición la Venezuela narcochavista, no es noticia. Lo que sí no deja de serlo, es la ventaja que les sacó a quienes la secundaron en puntaje de miseria: Venezuela, 3.827; Zimbabue, 547; Sudán, 193. | Foto William Urdaneta
No hay país en el mundo donde no se hayan publicado, en avalancha, antes y después de difundidas en Venezuela, las informaciones que el TSJ consideró lesivas a la reputación de Cabello.
El martes pasado fue saqueado un transporte de cerveza que transitaba por la llamada “Bajada de Tazón”, puerta de entrada y salida occidental de nuestra amada, Caracas. La gandola, perdió los frenos, en su carrera loca terminó por volcarse y su preciada carga, esparcida por la vía pública. | Foto cortesía
El estado Apure es tan solo muestrario de los jirones de nuestra soberanía, repartidos a dentelladas entre las FARC, el ELN, el fundamentalismo musulmán, nuevos amos territoriales de lo que, alguna vez, fue Venezuela.
34 proyectos de leyes mal escritas y de la peor uva, que una vez sancionadas, ellos mismos se apresurarán a violar y canibalizar. El cronista, en lugar de verborrea, tuvo la tentación de calificar de diarrea tal incontinencia parlamentaria y de coprófagos compulsivos, a sus promotores.
El Sistema de Identificación Biométrica (Captahuella), según el “Informe Matute” no debe ser parte operativa de las mesas electorales, pues el único requisito para votar es la cédula de identidad y no el condicionante de la “captahuella”.
El poeta-debutante divide su “obrada”, en tres capítulos: “Poemas”, “Algunos poemas estelares” y “Papeles de la demencia”. Para que el público en general, se forme idea de la calidad de página del poemario, hemos centrado nuestro análisis, nada más, que en el segundo segmento.