Una banda de narcocriminales no se da de baja con diálogos, conciliaciones ni por votaciones. Hay que echarlos a puntapié limpio. Los voluntarios tomen su lugar, en orden que ya el suscrito se anotó con el número uno de la larga fila.
Con todo lo nefando, Noriega, “Cara ‘e Piña” o el Hombre del machete, no descendió a los avernos de bochorno, desprestigio, falta de escrúpulos, a que ha descendido su émulo, avecindado en Caracas. Ni los hijos de aquella Patria, sin esperanza ninguna, seco su canal, por la corrupción, la indecencia, la displicencia, se vieron precisados a vagar por el Mundo, para proveerse de lo más elemental.