
Ese pequeño fruto cambió la historia de todas, léase bien, todas las cocinas del mundo, desplazando el imperialismo gastronómico de la pimienta, poniéndole picardía de manera más intensa y menos costosa a lo que comemos.
El historiador defiende la identidad de este tradicional pasapalo venezolano. En México se encontró un paquete que “en ninguna parte decía que se trataba de tequeños ni que era un producto de origen venezolano. Y eso es grave”.