Las sociedades en anomia y en las que se pierden las certezas para sobrevivir y en sus decadencias, ven de inevitable como necesaria, así, la solución autoritaria. Nos lo muestra el siglo XXI, en el que entregamos nuestros destinos acríticamente, a quien dice nos proveerá de una vida cómoda y serena, engañándonos.
López Obrador usa la mentira para colocarse por encima de toda la sociedad a fin de blindar sus decisiones frente al escrutinio público y eludir la rendición de cuentas.
Agregó que no se pudo defender antes porque el proceso estaba abierto y a él se le exigía “estar en silencio” hasta poder hablar ante el juez. Agradeció a “todos esos fans incondicionales”.
La gran mentira alrededor del socialismo del siglo XXI es sobre el cálculo de su fuerza real, lo que no implica que no tenga recursos a la mano, y que los quiera y pueda usar.
Ha sido descuartizado el territorio venezolano y entregado para su canibalización al ELN, las FARC, Hezbollah, Cuba, Rusia, Siria, China, Líbano, y el “pranato” -grupos criminales armados- al servicio de éstos, por Maduro.
El socialismo del siglo XXI es un compendio bien completo del mal contemporáneo. La ruta del coraje busca vencerlo. Las otras rutas buscan preservarlo, al anular y desprestigiar la ruta del coraje. Hay un abismo ético entre una y otra posición.
Según los capitostes del oficialismo, no, no hay emigración masiva de venezolanos, y ni hablar, por tanto, de una crisis migratoria. Pero según todos los estándares para medir estos temas, en Venezuela hay una de las crisis migratorias más graves de la historia de América Latina.