
Inútil clausurar el hotelito de algún remoto confín del interior de Venezuela por el pecado de lesa RoboLución de haberle dado posada a María Corina. O trancar puentes, autopistas o caminerías para detener las caravanas multitudinarias de González Urrutia.
En la narcotiranía el miedo es gratis, pero la cobardía paga.