La vida amorosa de Agustín Lara está enraizada en lo orgánico, en los celos y la desconfianza, en la violencia del mundo lupanar, en su propio dolor, pero sobre todo y por qué no decirlo, para él la mujer fue ansia de exploración y búsqueda.
Doña Bárbara tiene aún mucho por decir, y allí radica su condición de obra clásica. Cada vez que un lector pasa sus ojos por las líneas de un libro, en ese instante reelabora la obra que ha abandonado el primer autor.