
Es ardua, difícil y compleja la tarea que tenemos los educadores y las educadoras. Mucho de lo que nos dijeron y aprendimos en las escuelas de Educación de las universidades debemos olvidarlo o actualizarlo.
La escuela es un pacto, legal y legítimo, entre los ciudadanos. La escuela debe imponer la autoridad, los hábitos, valores y virtudes de toda cultura democrática. Suena pedante, pero educarse es aceptación y renuncia.
Urge una pedagogía práctica de la amistad, que devenga eje transversal de la vida. Que los maestros y maestras abandonen sus islas, sus dominios balcánicos.
El error es un terreno fértil lleno de caminos diferentes. Es el lugar donde surgen las intersubjetividades, lo crítico, las rupturas, las redefiniciones, los saltos, las convergencias y divergencias de los saberes.
El educador es un escultor de personas conmovidas y asombradas: informa, forma más humanidad. Forja humanidades, a partir del conocimiento que comparte y conversa en las escuelas, colegios, liceos y universidades.
Fue testigo de las transformaciones sociales y económicas que experimentó el país y sus canciones no fueron ajenas a las nuevas realidades.
Se escoge ser Maestro o Maestra, porque se ama la forma como vive alguien que nos enseña escuchar, a estremecernos, a contaminarnos de inquietudes, a soñar con inundar de esperanza la vida de quienes los continuarán. Un maestro, una maestra, son siervos de la respiración que salva.
Pérez empezó trabajando la madera, exploró las posibilidades del cuadrado sólido repetido en serie, para luego mutar al moldeado de hierro con fuego. Por ello el poeta Rafael Pineda lo llamó “el Vulcano de Ciudad Bolívar”.
Leer es un hambre sagrada, por ancestral. Es una pasión educada por la admiración. Es vivir anhelando la otra vida. Es un viaje con los mapas íntimos del otro y la otra. Es postergar la caza y la pesca de animales e invocar la llegada de una pizca de misterio al cuerpo que no desea continuar paralizado.
De origen austríaco y enraizado en Venezuela desde hace casi siete décadas, este pianista hizo del jazz su razón de vida.