l mandatario Luiz Inácio Lula Da Silva ya había salido de Planalto en el momento de las explosiones, dijo un portavoz de la presidencia.
Para Celso Amorim, la reacción venezolana ha sido “como mínimo desproporcionada”. Desde el Congreso de su país, dijo que Brasil seguirá actuando con discreción.
Las relaciones bilaterales entre ambos países se han deteriorado progresivamente, en parte debido a la insistencia brasileña en la publicación de resultados detallados del proceso electoral.
Lula fue un aliado histórico de la Venezuela chavista, primero del fallecido Hugo Chávez (1999-2013) y luego con su sucesor Maduro.
Las relaciones entre Venezuela y Brasil no pasan por su mejor momento, después de que Luiz Inácio Lula Da Silva ha reprochado a Maduro que no haya presentado pruebas de su triunfo en las elecciones.
Exhortó a los gobiernos que todavía se comunican con la administración de Maduro a que aumenten la presión que permita frenar las violaciones a los derechos humanos y la represión contra los que disienten.
Los exmandatarios exigieron en una declaración a estos gobiernos que cesen en sus “comportamientos omisivos” y reconozcan a González Urrutia como “el presidente democráticamente elegido por los venezolanos”.
Pese a no ir a la cumbre, el Gobierno aclaró que el mandatario cumplirá la próxima semana con una agenda de trabajo “normal” en la capital.
Ante la realidad espesa y concreta de la derrota, la respuesta del usurpador y sus áulicos ha sido la represión. El asesinato, la tortura, el secuestro, la desaparición forzada de los opositores. Niños, mujeres y ancianos incluidos.
Lula ha insistido en la posibilidad de continuar intentando una mediación conjunta de Brasil, Colombia y México para propiciar un diálogo entre Maduro y la oposición después de las elecciones de julio.