Francisco Arévalo, escritor guayanés, prefiere nunca irse de bruces. Con el desparpajo que lo caracteriza, sentencia que él y sus congéneres “somos un lugar común en el universo. Siempre lo hemos sido: por eso nos vivimos equivocando y hacemos el papel de tontos”. | Foto Andrés Camacaro
En La fiesta del Chivo la personificación de Trujillo sobrecoge e impone a lo largo de la historia. Es real, humana y perceptible. Desde sus exhaustivas demandas de pulcritud hasta su vergonzosa incontinencia.