
Al cumplir una década en el trono de San Pedro, el papado de Jorge Bergoglio presenta huellas visibles de una nueva impronta en el Vaticano. Una Iglesia más abierta a los pobres, con una mirada dirigida a la periferia del mundo.
Ha sido inmenso el poder del Vaticano a lo largo de la historia, al punto de ser comparable con países que han tolerado o cometido crímenes, por eso no es casual el secretismo de sus paredes.