Después de un cuarto de siglo la ignorancia ha descendido de la cúpula al pueblo. Porque es su activo fundamental para mantener en la indigencia material y espiritual a las grandes mayorías.
Los venezolanos, muy lejos de la excelencia y muy cerca de la sima más profunda, agonizamos entre la desdeñosa arrogancia gubernamental y la petulancia destemplada de sus funcionarios. De resto, navegamos en las procelosas aguas del embuste, las ilusiones y la ignorancia.
López Obrador usa la mentira para colocarse por encima de toda la sociedad a fin de blindar sus decisiones frente al escrutinio público y eludir la rendición de cuentas.
El honoris causa es para reconocer grandes merecimientos. Pero si se trata de reconocer las grandes metidas de pata, la corrupción, la violencia, la ignorancia, la ineptitud y tantos otros males que no cabrían en este artículo, lo que corresponde es un horroris causa.
El cronista Américo Fernández afirma que no existe tal reivindicación histórica como alega el oficialismo. En todo caso, el cambio de nombre de la capital Ciudad Bolívar (antigua Angostura) cobraba más sentido, expone.
Esta ignominia llamada “sucialismo del siglo XXI” y sus acólitos adláteres nos pusieron a mendigar gasolina, comida, medicinas, salud, y a exponer lo más hermoso y rico que puede tener una nación: su dignidad.