El huracán tocó tierra en el suroeste del estado con vientos de 240 kilómetros por hora, y cruzó la península floridana de oeste a este para salir al Atlántico e impactar en Carolina del Sur.
Antes del paso del huracán, los apagones ya eran en un problema diario para millones de cubanos, que viven resignados cómo la corriente se va cada vez más a menudo y durante más horas.