Chávez argüía razones políticas para cargarse a la Constitución de 1961, y en el empeño encontró el paradójico apoyo de los guardianes del orden constitucional.
Subsistimos con todas las privaciones con las que sobreviven los presos en las cárceles venezolanas. Tras las rejas, con la basura rodeándonos, mientras la gusanera se pasea por los cerros de desperdicios.
El socialismo no resiste el mínimo análisis de viabilidad. Venezuela es la última de las desgracias que han provocado los enemigos de la libertad. Porque el socialismo no termina siendo lo que promete. No nos hace iguales, nos reduce a la servidumbre.