Se trata de una prueba que no se puede ocultar. Se la puede ignorar, se la puede pasar por encima por las malas y las peores. Pero no se la puede ocultar.
Analistas afirman que consultar a las bases haría tambalear la cúpula dirigente, motivo por el cual las autoridades del partido reestructuraron la directiva evadiendo la consulta.
Algunos llamados expertos sostienen que las “dificultades” están en las “estrategias prácticas”, como si la lucha política contra una hegemonía despótica, depredadora y corrupta, fuera una cuestión técnica, más o menos como de tecnología electoral. Craso error.
Un cambio por sí mismo no tiene por qué ser para bien. Lo es si produce progreso. No lo es si produce retroceso, o como en la situación venezolana: salto al vacío.
Hablar de reconstrucción o de renacimiento es esencialmente igual. No es empezar de cero, sino aprovechar los activos que existan, y que fueron cimentados con mucho esfuerzo a lo largo de mucho tiempo, para que Venezuela tenga la oportunidad de levantarse de su postración.
La crisis de Venezuela bajo la hegemonía es definitiva, no tiene vuelta atrás, y sólo podría comenzar a ser superada, cuando la hegemonía y su jefatura estén fuera del poder.
Hay países del vecindario que tienen mecanismos válidos para restringir y hasta evitar el continuo flujo de la migración procedente de Venezuela. Pero se hace más complicado y quizás imposible si gran parte de esos migrantes ya tienen la nacionalidad del país a donde van, o por lo menos tienen el derecho a la misma.