Los habitantes aseguran que los zarpes ilegales siguen siendo la alternativa para escapar de la crisis y critican que las autoridades no han hecho nada por aclarar el suceso: “eso quedó así. En una lista y la noticia, porque todo sigue normal”.
A 11 días de conocerse el naufragio en las costas de Güiria, al oriente de Venezuela, la información surge a cuentagotas. Aún hay familiares en vigilia a la espera de noticias de los cuerpos que no han sido hallados.
Los cadáveres flotaron para que el mundo los viera, y se convirtieron en testimonio de cómo mueren los venezolanos en estos tiempos de socialcomunismo.
Lo verdaderamente importante es seguir sumando voluntades. Vendrán días tenebrosos; sin embargo, la idea de mantenerse en pie es la que al final vencerá; y con ello, un nuevo episodio ha de venir, lleno de luz, tranquilidad, pero sobre todo, de mucho entusiasmo por recuperar nuestro país.
El estado Bolívar es muestra fehaciente de cómo en sus confines se cuece la miseria de la mano de la tragedia, igual que ahora pasa con el pueblo de Güiria en Sucre.
Por vez primera en toda nuestra historia, tras la guerra de independencia, los venezolanos son migrantes. Venezuela siempre fue, al contrario, el país de las oportunidades para millones de migrantes y refugiados de otros países.
La Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la OEA, establece que acciones como “la intimidación” y la “amenaza a los comunicadores sociales (…) viola los derechos fundamentales de las personas y coarta severamente la libertad de expresión”.
La Asamblea Nacional también aprobó un acuerdo en reconocimiento a la labor de los defensores de DD HH en Venezuela, mismo día en que el gobierno ordenó el allanamiento a la sede de la ONG Convite.
Han pasado más de 3 meses y no hay información nueva sobre el paradero de la embarcación Ana María, desaparecida el jueves 16 de mayo de 2019. La ausencia de una joven de 19 años mantiene la angustia de su familia.