
No es una morisqueta de la farsa institucional, por sofisticada o burda que se presente, la que tienen en sus manos las comunidades de Venezuela. Son días definitivos en cuanto a la ausencia absoluta de libertad o a su recuperación.
Es tiempo de guayabos, el mejor momento para aprovechar la cosecha y convertirla en dulces, que comenzaron a hacer las monjas Clarisas en Mérida, en 1651, tan buenos y tan famosos que hasta los exportaban a Cartagena de Indias.