El muro de Berlín, esa mole de 3,6 metros de altura hecha de hormigón armado y que se extendía como una profunda herida de 155 kilómetros a lo largo de la ciudad, cobró la vida de más de 270 personas en los 28 años de su vergonzosa existencia, llegándose a convertir en el símbolo de lo que más nunca debe volver a repetirse.