Al peruano Pedro Castillo, el chileno Gabriel Boric y el colombiano en carrera Gustavo Petro, en sus discursos procuran ubicarse lo más lejos posible para que no los alcance el tufo cubano o el de Nicaragua y en particular el “bolivariano”.
Betancourt al abandonar el poder, en 1964, previene sobre esa amenaza latente sin ser escuchado: “Fácil resulta explicar y comprender por qué Venezuela ha sido escogida como objetivo primordial por los gobernantes de La Habana para la experimentación de su política de crimen exportado…”.
En Perú son de “lengua fácil” para acusar y denunciar e imaginativos para inventarle “malos pasos” a la gente pública. También son muy diligentes y de “gatillo fácil” en materia de disolver congresos y destituir presidentes. | Foto AFP
Maduro y sus castrocubanos, pretenden cargarle a la Tesorería Pública de Venezuela la bicoca de US $ 45,00 por las tres dosis de la pretensa vacuna elaborada en la Isla. Saquen sus calculadoras para constatar la magnitud del desfalco.
Las referidas votaciones están configuradas por distorsiones fraudulentas que atienden los intereses del poder. Y los “procesos de diálogo” son inventos del oficialismo para ganar tiempo, y despejar dificultades políticas.
El pacto de estabilidad cubana y su vocación expansiva y metastásica hacia América Latina ya dura, así, cuatro generaciones. Sin dejar de ser lo que es en su conocida y malvada entraña, lejos de la formal prédica marxista que inaugura 30 años atrás, en 1959.
¿Está, Madrino, en cuclillas, agachadote, ante Fidel Castro, en la foto, o es la posición natural de todo quécher de béisbol o de todo quécher del erario público, que se procura “ahorritos” para mantener a los manganzones, hijos suyos, a todo tren, las tres “C”, caña, comida y cu****”, incluidas, en Madrid? ¿Se le arrodilló, está sentado en un taburete o se trata de Photoshop realizada por Guaidó para tumbar el gobierno?
La guerrilla, por definición, asume la violencia como política. Pero una cosa es el enfrentamiento violento contra las fuerzas de seguridad de un Estado que se considera injusto o ilegítimo, y otra muy distinta es el uso extensivo del terror.
Los dictadores siguen siendo tan sanguinarios como siempre y los métodos de torturas se siguen aplicando, a pesar del avance de los pueblos en materia de derechos humanos. Los procedimientos siguen siendo los mismos, solo han variado los actores.
Comprender el caos, la naturaleza del caos no es un ejercicio de reflexión meramente académica, con poca o ninguna aplicación práctica. Todo lo contrario: es esencial para superarlo.