Su llegada al poder desató una vorágine, parecida a la de la década de los años 60. El 27-2-89 fue el Caracazo. Hubo violencia en las calles y en los cuarteles, pero la descentralización siguió adelante. Enfrentó otra cascada de traiciones de gente de su propio partido y de feroces enemigos que no le daban tregua.