
De más allá del voluntarismo en cómo llegar con los pies sobre la tierra al quehacer de lo inmediato con los jóvenes, mujeres, profesionales, trabajadores, recurso humano congelado en la cultura del facilismo, escepticismo y el falso pragmatismo.
De injusticias sabemos bastante, entrenados en las crueldades del proceso revolucionario; sencillamente la respuesta será que no haya ningún rincón del mundo que no observe estas manifestaciones retorcidas.
La lucha espiritual de hoy es resistir en medio de un mundo que “se dirige ordenadamente hacia el desastre” como cantaba Álvaro Mutis. ¡Pero qué cosas! Cuando el mundo va nuestra nación viene de vuelta. Que Dios proteja nuestro entusiasmo.
La diáspora venezolana colmó el centro histórico de Quito para esperar al dirigente. Se presentaron con banderas, camisetas con mensajes de rechazo a Nicolás Maduro.
Miembros de la comunidad venezolana en Guatemala acudieron a un edificio en la zona 10 capitalina, donde el exdiplomático se pronunció ante los medios de comunicación, en el marco de su visita a nuestro país.
En los próximos días se espera que más mandatarios le brinden su apoyo para que logre investirse como el nuevo presidente de Venezuela.
Verónica se va de Venezuela. Con pasaje de ida y sin pasaje de vuelta. No quiere regresar para tener que volver a despedirse, porque los venezolanos no sabemos cómo despedirnos.
En la llamada cuarta república, ingenieros migraron de distintos estados a Bolívar para construir Ciudad Guayana, y formar parte de una de las más importantes zonas industriales del mundo.
Podría llamarse tranquilamente la “Vinotinto de la diáspora”. Muchos se vieron obligados a dejar el país y otros por el contrario nacieron fuera de las fronteras de Venezuela, pero todos empiezan a formar parte del “Mano tengo Fe”.
Al emigrar, perdemos el lugar donde construimos nuestras primeras conexiones emocionales y desarrollamos un sentido de pertenencia, esa base familiar y cultural que ha sido parte integral de nuestra vida.