Las solicitudes de membresía han crecido como la verdolaga: Republiquetas de la innoble y extinta URSS (Rusia incluida, desmandada por un envenenador, que es la forma más cobarde de ser homicida).
A los supuestos revolucionarios, los botan de cualquier lado. De, EE UU, del territorio de la Unión Europea, de Canadá, de los bancos búlgaros. Les niegan las visas o los hacen que se larguen, como en la OEA, Mercosur, el Pacto Andino.