
En lugar de aceptar todas las prácticas culturales como iguales, deberíamos trabajar para cambiar las prácticas culturales perjudiciales y promover los valores universales como la igualdad y la libertad.
La verdad es que si nos dejamos guiar por estos “gurús-líderes espirituales”, tendremos que modificar el sentido de la educación, de la didáctica, de la pedagogía y hasta de la vida.