
El titular de Interior, Diosdado Cabello, indicó que otro grupo de 71 migrantes deportados por Estados Unidos retornó a su país en un vuelo procedente de Honduras.
El ministro de Transporte, Ramón Velásquez, informó que la aeronave aterrizó en el aeropuerto Simón Bolívar con 208 personas, entre ellas 2 niños, 30 mujeres y 176 hombres.
El vuelo de Conviasa llegó este jueves en horas de la noche desde Honduras, país que se ofreció a recibirlo para hacer el trasbordo de los migrantes venezolanos.
Las deportaciones se producen días después de que el enviado Richard Grenell se reuniera en Miraflores con el gobernante venezolano para acordar la repatriación de los migrantes y la liberación de los seis estadounidenses detenidos en el país.
Tras llegar al país, los centenares de vehículos estuvieron durante más de un año expuestos a la resolana y el viento salitroso del litoral central, estacionados frente al aeropuerto internacional Simón Bolívar de Maiquetía, que sirve a la ciudad de Caracas. Nunca hubo explicación oficial para aquella larga retención.
Velásquez afirmó que la situación “generó un colapso en el servicio, sin embargo hemos actuado para resguardar toda la información, en garantía de nuestros usuarios y restablecer la recarga de tarjetas”.
En un gobierno que se dice democrático, tal como lo ha repetido Nicolás Maduro en tiempos de precampaña y campaña electoral, deberían amonestarse este tipo de situaciones.
En el documento de la OFAC también se estipula la autorización para las transacciones relacionadas con el mantenimiento y reparación de las aeronaves.
La agencia estadounidense fue clara en aseverar que el Gobierno de Estados Unidos “conserva la autoridad para rescindir autorizaciones en caso de que los representantes de Maduro no cumplan con sus compromisos”.
El puerto aéreo de la frontera fue reactivado el pasado 15 de septiembre, luego de permanecer más de 11 años sin recibir vuelos comerciales.