
Algunos llamados expertos sostienen que las “dificultades” están en las “estrategias prácticas”, como si la lucha política contra una hegemonía despótica, depredadora y corrupta, fuera una cuestión técnica, más o menos como de tecnología electoral. Craso error.
El camino culebrero está en medio de una catástrofe humanitaria de tal magnitud, que la principal vía de escape, hasta ahora, son millones de emigrantes que ya no pueden sobrevivir en su patria.
El desafío principal del 2020 me parece es este: que una crisis política supere a la hegemonía, o sea, al continuismo, y se le abran las puertas al cambio, así sea paso a paso. ¿Estamos dispuestos a asumir ese desafío?
Hay países del vecindario que tienen mecanismos válidos para restringir y hasta evitar el continuo flujo de la migración procedente de Venezuela. Pero se hace más complicado y quizás imposible si gran parte de esos migrantes ya tienen la nacionalidad del país a donde van, o por lo menos tienen el derecho a la misma.
Venezuela merece un camino mejor y, por supuesto, caminantes que no la hundan en la catástrofe de la corrupción sino que luchen sin descanso para superar tantos desmanes.