En cuatro años fue construida esta megaestructura colgante, con un costo de Bs. 177.512.000. Su longitud total es de 1.678,5 metros y de 1.272 en el tramo central, suspendido por dos torres de acero de 119.2 metros de alto.
Con la presidencia de Rómulo Betancourt se inicia una etapa de consolidación de un inédito modelo sociopolítico, que le proporcionó al pueblo venezolano cuatro décadas de paz.
Pretendieron eliminar la noción de “individuo” que nos legó el renacimiento, pues el pueblo renunció a su libertad, para entregarse a una servidumbre voluntaria con tintes colectivistas.
Con esos anticuerpos antimperialistas clavados en una inestable psiquis los franquiciados del ñangarismo se convierten, muy rápida y fácilmente, en dueños de aquellos lábiles sujetos.
El barranquillero-libanés se topó en su frenético ascenso con personajes clave, que lo llevaron a un petroestado, reino de una reencarnación revolucionaria de Alí Babá.
Esta nueva pesadilla que terminó de paralizar la escasa movilidad de los venezolanos, es una demostración más de hasta dónde llega la capacidad destructiva de esta tiranía corrupta.
Con todo lo nefando, Noriega, “Cara ‘e Piña” o el Hombre del machete, no descendió a los avernos de bochorno, desprestigio, falta de escrúpulos, a que ha descendido su émulo, avecindado en Caracas. Ni los hijos de aquella Patria, sin esperanza ninguna, seco su canal, por la corrupción, la indecencia, la displicencia, se vieron precisados a vagar por el Mundo, para proveerse de lo más elemental.