
Una de las versiones del origen de El Caracazo tiene como argumentario la fuerza de la espontaneidad, que estuvo en el punto de arranque de una violencia sectorial que descolocó al país.
Su llegada al poder desató una vorágine, parecida a la de la década de los años 60. El 27-2-89 fue el Caracazo. Hubo violencia en las calles y en los cuarteles, pero la descentralización siguió adelante. Enfrentó otra cascada de traiciones de gente de su propio partido y de feroces enemigos que no le daban tregua.
A nivel nacional, el gabinete de Carlos Andrés Pérez, en su segunda presidencia también prepara un homenaje por su centenario el próximo 27 de octubre.
El reportaje Sidor, para siempre. A 58 años de la primera colada buscó conmemorar a los trabajadores sidorista que aportaron en el desarrollo industrial de la estatal y de Guayana. Incluyó a los trabajadores dentro de la planta y a los que se encargaban de la venta en la oficina internacional de Caracas.
Los demócratas de Latinoamérica, del Caribe y hasta España y Portugal han dado fe de que la eficaz intervención de Carlos Andrés Pérez fue determinante en los momentos más críticos de sus luchas. Este hombre tan defectuoso murió viendo cómo en su país sus ideales son pisoteados a diario y su legado es despreciado hasta por quienes se beneficiaron de su obra.
Que el régimen diga que los niños venezolanos van a concluir su año escolar de manera virtual ya es una mentira del tamaño de la represa del Guri.
31 años después, Venezuela se encuentra sumida en una hiperinflación que azota el bolsillo de los sectores más desasistidos. Así como también, padeciendo el colapso de los servicios públicos como el agua, la luz, el gas y el transporte, producto de la desinversión y la dejadez del Gobierno.
Los grupos democráticos progresistas y patrióticos deberían presentar lo antes señalado como una alternativa, no sólo viable sino indispensable si queremos realmente despegar del subdesarrollo y lograr para nuestro pueblo mucho mejores condiciones de vida sustentables en el tiempo.