
Visto lo que ha pasado en Venezuela, es fácil inferir que la sensibilidad del juez de ayer es diferente a la del abogado de hoy. Sin duda es selectiva y ha cambiado sustantivamente.
Esa variada fauna de chupópteros enchufados succiona las riquezas espirituales -pero sobre todo las materiales- donde quiera que estén, mientras expulsa billones de semillas de odio.