No está mal jugar a una invisibilidad conveniente, evitar conflictos, y que solo se nos acerque gente de buena voluntad, sin odios ni violencia.
Lo que sí me queda meridianamente claro es que quienes -como Trump- se niegan a usar las mascarillas pudiéndolas usar, no están haciendo uso de su libertad. Están manifestando su estupidez y convirtiendo un estado de derecho en una anarquía total.