
La Real Academia Española aclara que es “obligatorio no poner la tilde si no existe ambigüedad” y que es “optativo” ponerla en los contextos donde la persona que escribe perciba riesgos de ambigüedad.
Magritte, contrario a los surrealistas con los que compartió, convoca imágenes ingeniosas que jugaban a lo sorpresivo para cuestionar la realidad. Lo que le infiere la denominación crítica de surrealista conceptual, por su destacado interés por la ambigüedad que exponen, y en consecuencia por la inaudita relación que se establece entre “lo pintado y lo real”.