En Ciudad Bolívar, a 257 años de su fundación, hay una “corte de los milagros” que enfila lanzas por una elección que ni sirve, ni proporcionará soluciones a la miseria.
El grito posible sobre lo que ocurre con el Museo Jesús Soto ha quedado tragado por las “travesuras” revolucionarias en las que nadie está obligado a rendir cuentas o asumir responsabilidades.