Hay quienes explican esta presencia de protagonistas escritores como resultado de ciertos avatares sociales y económicos ocurridos en el ochocientos. Ya no existe el mecenas que solicita obras por encargo, trabajo que permitía a los creadores la subsistencia económica; ahora deben luchar por ganar la atención de un público masivo y anónimo que compra libros, revistas y periódicos.