Clavel Rangel es periodista venezolana con experiencia en coberturas regionales e investigación con foco en derechos humanos. Nació en Caracas el 1 de julio de 1985, pero su identidad se forjó en Puerto Ordaz, la ciudad planificada alrededor de las empresas básicas de Guayana.
Creció en el campamento Mapanare de Sidor en un entorno de obreros siderúrgicos, con un característico olor a mineral caliente e incesantes conversaciones sobre contratos colectivos que escuchaba en la mesa de su padre. Esos recuerdos serían, años después, su brújula para navegar un oficio que la llevaría a enfrentarse con complicaciones a nivel político, y a redefinir lo que significa investigar en un país donde los medios independientes son asediados.

Su primer llamado no vino del estruendo de las fábricas, sino del silencio reflexivo en la escritura. “Me gustaba escribir, me gustaba leer”, recuerda Rangel. Su espíritu inquieto la llevó a explorar las posibilidades en la carrera de medicina, siguiendo la tradición familiar de sus abuelos. No obstante, el blog personal Florecitas de Papel se convirtió en el crisol donde su vocación por las letras floreció.
La naciente comunidad de blogueros le brindó un espacio en la plataforma para escribir y ser leída, nutriendo su deseo de comunicar.
El destino tenía otros planes: no ingresar a la carrera de medicina la llevó a explorar Comunicación Social, una alternativa que resonó con su amor por la escritura. Finalizó carga académica en la Universidad Católica Andrés Bello, extensión Guayana (UCAB), en el 2008, según su página de Linkedin, donde precisa que inició su ejercicio profesional como pasante en el diario Nueva Prensa de Guayana.
Pero, destaca Rangel, un paso medular que le permitió la incursión formal en el periodismo se produjo cubriendo la fuente laboral para Correo del Caroní. Esta experiencia, lejos de ser un mero escalón, se erigió como la base de su especialización posterior.
Inquietud investigativa
Clavel siempre albergó la inquietud por el periodismo de investigación, aunque reconocía la complejidad y el tiempo que requería su aprendizaje. “No es algo como que tú te gradúas o que estás estudiando y dices, ah bueno, al comienzo entraré a periodismo de investigación… es como que tienes que entrar a una escuela y comenzar a hacerlo. O sea, yo lo tenía como en mente realmente, pero no tenía cómo, qué, o con quién hacerlo y tenía que aprender”.
La fuente laboral con su intrincada red de relaciones sindicales y dinámicas empresariales se convirtió en su escuela particular. Bajo la guía de editores como el periodista Oscar Murillo -actual coordinador general de Provea-, Clavel cultivó su mirada periodística. Su tesis universitaria centrada en la violencia sindical en el sector construcción ya anticipaba su interés por desentrañar las capas ocultas de la realidad.
Fue precisamente en el ejercicio del diarismo donde germinó su vocación investigativa. La cobertura de protestas y conflictos laborales la llevó a percibir la existencia de intereses más allá de las demandas contractuales. “Comencé cubriendo protestas o problemas por contratos colectivos, pero después los problemas que comencé a cubrir fueron corrupción dentro de las empresas básicas, y eran cosas que denunciaban los sindicatos y que yo decía bueno, yo quiero demostrar que esto es cierto”.
Un punto de inflexión crucial fue un taller sobre periodismo de investigación organizado por IPYS Venezuela en Puerto Ordaz. La periodista colombiana Catalina Lobo sembró una semilla al preguntar a los asistentes sobre historias que pudieran calificarse para una investigación profunda. Rangel, con curiosidad por investigar a la empresa Glencore dentro del ámbito sindical, se atrevió a proponerlo. Esta iniciativa la conectó con un equipo de periodistas que la invitaron a participar en el proyecto, marcando su debut formal en el periodismo de investigación.
Esta experiencia demostró la importancia de la colaboración y el aprendizaje continuo. La dinámica de la cobertura sindical en Guayana, tras la creciente aparición de denuncias de corrupción, alimentó aún más su deseo de buscar la verdad. Casos en torno al tráfico de mineral de hierro en Ferrominera Orinoco (2012), y “Sidor y el tráfico de las cabillas”, denunciado por el propio Hugo Chávez, se convirtieron en hitos en su trayectoria, consolidando su reputación como una periodista dispuesta a escarbar en la opacidad.
A diferencia de los grandes medios nacionales que contaban con unidades dedicadas a la investigación, en el contexto del periodismo local de Ciudad Guayana no existía esa estructura formal. Para ella, esto no representó una limitación. “Esa era, por cierto, una obsesión mía, crear una unidad de investigación de periodismo, una unidad de investigación local (…) que pudiera ser la primera unidad de investigación de un diario regional”.
Ante la ausencia de unidades especializadas, la colaboración y las alianzas se convirtieron en estrategias clave. Su trabajo como corresponsal en El Nacional le dio la oportunidad de participar en investigaciones de mayor alcance. A nivel local, el trabajo se desarrollaba en estrecha colaboración con su editor.
Sin embargo hubo un período significativo en Correo del Caroní donde, por decisión editorial, todo el equipo se volcaba a un solo tema, realizando trabajos de profundidad con un marcado espíritu colaborativo. La crisis que azotó a los medios venezolanos con la centralización del papel periódico y el cerco publicitario transformó el panorama. La menguante capacidad operativa impidió sostener el ritmo, y la cantidad de periodistas en medios tradicionales.
En este contexto, la práctica del periodismo de investigación para Clavel evolucionó hacia un modelo de proyectos financiados a través de becas y publicados en diversos medios como el propio Correo del Caroní o el medio nacional El Pitazo.
Riesgos propios de la investigación
La naturaleza de su trabajo inevitablemente generó reacciones en su entorno familiar. Inicialmente, Clavel optaba por no compartir detalles específicos de sus investigaciones; pero casos de alto impacto, como el de Ferrominera Orinoco, trascendieron la esfera mediática llegando al conocimiento de sus padres. “Mi papá siempre me decía como que ‘oye, ten cuidado’, pero bueno, nunca me dijeron que no haga esto”, aunado al respaldo del equipo de Correo del Caroní, hicieron que siempre se sintiera acompañada y respaldada por sus cercanos, destacando la dirección de David Natera Febres, fundador del medio, quien brindó personalmente cierta sensación de protección a su familia.
Al adentrarse en el periodismo de investigación, Rangel era consciente de los riesgos inherentes a la labor de fiscalizar el poder. La situación en Venezuela, con el tiempo, fue agudizando estos riesgos, llegando a la realidad actual de persecución y detenciones arbitrarias.
En el pasado, las intimidaciones podían manifestarse en forma de violencia política callejera y, con el tiempo, escalaron a amenazas verbales e, incluso, a la intimidación judicial, una posibilidad que la periodista asumió como parte de su labor. “Es como… parte del trabajo. O sea, era como una consecuencia que en ese momento era inherente al trabajo. Otra cosa es esperar que te llegue directamente a ti, pero mientras eso no pasara, pues, continuamos trabajando”.
Tiempo después, dichas amenazas finalmente alcanzaron a la periodista. Julio de 2014, según una nota publicada en Espacio Público. Rangel explicó que después de un conflicto entre trabajadores de Sidor recibió 14 mensajes desde @cuervodeguayana (cuenta de X, antes Twitter), quien se identifica como adepto al gobierno. Entre los mensajes que recibió destaca: “Sabemos dónde estás, y te vamos a buscar”, la primera de numerosas manifestaciones de hostilidad.
En 2014 hubo un aumento de protestas, el número más alto en la historia de Venezuela, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), que registró en el primer semestre de ese año al menos 6.369 reclamos en contra del gobierno de Nicolás Maduro.
La ola de protestas registrada a partir de febrero comenzó con la exigencia del derecho a la seguridad ciudadana y rechazo a los altos índices de criminalidad y violencia en las universidades. En las semanas siguientes, las demandas fueron ampliándose a otros derechos como alimentación, participación política, derecho a la vida, a la libertad e integridad personal y a libertad de expresión.
Según un informe publicado por Espacio Público (marzo, 2014), hubo 98 afectados, entre infociudadanos, locutores, reporteros gráficos, medios de comunicación y periodistas durante las jornadas de movilización en las calles entre el 12 y 28 de febrero. Hubo desde detenciones, hasta un herido de bala durante esas coberturas.
Según el Instituto Prensa y Sociedad Venezuela (IPYS), Rangel recibió en 2015 amenazas desde @pueblosoberano5 tras la publicación de un video mostrando una protesta en contra del exalcalde del municipio Caroní, José Ramón López, porque se le negó la entrada al aniversario de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Estas amenazas iban desde acusaciones de difamación de la imagen de López, hasta promesas de agresión física.
Dichas amenazas forman parte del trabajo en la piel del periodista venezolano, y poco a poco van decantándose en algo mucho más grande que termina por comprometer no solo la integridad de quien escribe, sino también de sus allegados. Esto no representó un impedimento para el crecimiento profesional de Clavel, quien siguió resiliente hasta sus últimos días investigando en Venezuela.
Su investigación sobre el empresario Jesús Vergara, publicada en Armando.info, en la que expone su participación en el comercio de aluminio en el exterior y revela sus conexiones privilegiadas, desembocó en una demanda directa, que a diferencia de las amenazas que había recibido anteriormente, trascendió en medidas cautelares.
La periodista era el pilar económico de su familia: “no podía dejar de generar dinero. Me asusté, me sentí desprotegida”, confesó. Aquel momento concebido como una pausa temporal, la empujó al exilio, engrosando las filas de periodistas venezolanos forzados a huir de su tierra.
Pero las investigaciones que realizó en Venezuela, dieron frutos. Los hallazgos del caso Ferrominera Orinoco en el que revela la comercialización ilegal de mineral de hierro resultaron en detenciones de altos funcionarios como el entonces presidente de la estatal, Radwan Sabbagh, y en la revelación de desbalances en la administración pública que incluían malversación, evasión de procedimientos de licitación, y asociación para delinquir
Es aquí donde yace la génesis del periodismo de investigación: ir más allá, defendiendo los principios de justicia y transparencia.
Actualmente, Clavel Rangel, cofundadora de la Red de Periodistas de la Amazonía venezolana (2022), y exmiembro de la Red de Periodismo Climático de Oxford (2023), reside en Estados Unidos y escribe sobre migración y la defensa de los derechos de los recién llegados al territorio estadounidense.
Su nuevo lugar de residencia en el exterior no le impide ejercer. Sigue trabajando en proyectos colaborativos de medios venezolanos que la mantienen conectada con el país y el periodismo venezolano.
