José Hidalgo, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria del Aluminio (Sutrapuval), incursionó en la vida sindical en 2005 motivado por injusticias laborales que se cometían en la estatal CVG Venalum, desafueros que finalmente lo tocaron a él y a otros tres trabajadores el 14 de diciembre de 2018 cuando fue detenido dentro de Venalum en medio de una protesta que paralizaba los despachos de aluminio.
El trabajador habla sin parar, es padre de dos hijos -Macleod y Macleid- y buena parte de las plantas de su conjunto residencial las ha plantado él. Tiene 54 años de edad y cumplió 30 años en Venalum. Es oriundo de Valencia y llegó a Guayana en 1988 a hacer pasantías como técnico superior en electricidad en complejo I y V Línea de Venalum. En paralelo, estudiaba ingeniería eléctrica en la Unexpo. Cuando terminó la pasantía quedó fijo.
Ese día de 2018, el líder sindical del sindicato de empleados -mejor conocido como el men– se había dormido a la 1:30 de la mañana en su turno de descanso y se despertó al poco tiempo con los golpes que le propinaban hombres encapuchados. Al menos siete camionetas de la Dirección General de Contrainteligencia Militar y Guardia Nacional entraron a la empresa -cerca de las tres de la madrugada- de ese viernes con 40 oficiales encapuchados a bordo.
“Les abrieron los portones de la empresa. Era una banda grande. Rodearon el patio y se metieron dándole golpe a todo el mundo. No preguntaban nada, eran golpes y los esposaban con amarres de plástico. Revisaron mi ficha y dijeron aquí está Hidalgo y me llevaron a golpes hasta la camioneta”, relató el dirigente sindical, residenciado en Puerto Ordaz.
“Al que estaba dentro de mi camioneta que pensaban que era yo le entraron a palo, lo reventaron en las costillas, se orinó y vomitó sangre (…) Agarraron a más de 40, los golpearon y luego los soltaron, les robaron los teléfonos a todos”, recordó.
Los trabajadores se sentían protegidos dentro de la empresa. No contaban con que la estatal acordaría con los cuerpos de seguridad la apertura de los portones para llegar hasta el área en donde se reunían para impedir los despachos. Ningún vigilante pudo alertar de la operación. Además de Hidalgo, otros tres trabajadores fueron detenidos: Andrés Rojas, Noel Gerdez y Ernesto Morillo.
A Hidalgo le habían advertido de la detención días antes. “Te van a meter preso, suelta ese aluminio”, le había alertado un gerente de la compañía. Hidalgo no tomó en serio el consejo. “Pero, ¿por qué? Nosotros no estamos parando la producción”, le replicó. Un barco tenía días esperando carga de aluminio y otro se había retirado sin despachos, lo que se traduce en pérdidas en unas industrias que operan en mínimos y con intensos desequilibrios financieros.
Un par de semanas antes, llegó la primera amenaza de detención por obstaculización de vías, pues las manifestaciones laborales aglutinaron a trabajadores de todas las industrias de metales de la zona e incluían el cierre de la principal vía de acceso a la ciudad.
Los empleados protestaban y bloqueaban la salida de metal, como parte de la profundización de una serie de manifestaciones emprendidas cuatro meses antes cuando la administración de Nicolás Maduro anunció un nuevo salario mínimo y eliminación de ceros a la moneda, una dupla que en las compañías se tradujo en la reducción de las diferencias salariales por cargos y antigüedad. Al no respetarse el ascenso por méritos, un trabajador con un año de servicio podía ganar un monto similar al de un gerente con más de 20 años en la industria. La protesta buscaba presionar una revisión de esta medida.
Pero la detención silenció el reclamo. Los cuatro trabajadores fueron recluidos en la sede de la Dgcim en Puerto Ordaz, un lugar en el que pasaron las navidades y al que sus familiares podían ingresar sola una vez a la semana. Si iba la esposa con los hijos, no podía ir ni la suegra ni la cuñada. Si iba la suegra, la esposa no podía ir. Durante la reclusión lo picó un alacrán.
“Señora prepárese y compre un mono azul, una franela azul clarito y una colchoneta porque va a ser trasladado para La Pica esta misma semana… vaya comprando las cosas, me dijeron”, recuerda su esposa. Los trabajadores fueron liberados el 29 de febrero de 2019, pero Hidalgo no ha podido volver a la industria.
No fue este el primer ataque. Durante un intento e introducción de contrato colectivo en 2015 fue golpeado en la Inspectoría del Trabajo de Ciudad Guayana. De allí salió con el húmero fracturado. En el brazo mantiene un tutor y un clavo.
Antes de ser secretario general, fue secretario de Desarrollo Profesional. Nadie sabía quién era José Hidalgo, pero silente inició campañas de reclamos con pancartas en las calles. Aunque poca gente lo sabe, esos carteles de “TV Men” colocados hace años en varios puntos de la ciudad no eran una campaña de intriga de una televisora dedicada al género masculino. Era el sueño de Hidalgo de un proyecto televisivo laboral, que sigue en plan y al que luego le colocó significado: Trabajadores de Venalum por un Movimiento Estratégico Nacional o Trabajadores de Venalum con el men.