Siempre he sostenido que quebrar las empresas básicas fue un proyecto socialista que consiguió en Guayana a muchos cómplices para llevar a cabo lo que, hoy, sin duda alguna, fue un plan criminal que acabó con el futuro de muchas familias, destruyendo la economía de un estado próspero, cerrando muchas empresas transformadoras, prestadoras de servicios, transporte, comedores, mantenimiento, metalmecánica, construcción, entre otras.
Sostengo que el control obrero fue un proyecto socialista para arruinar a las empresas de Guayana, porque vengo observando desde CVG Alcasa que la forma de hacer sindicalismo de los dirigentes del Frente Bolivariano de Trabajadores (FBT) es para destruir puestos de trabajo, en vez de luchar por preservarlos. Esta clase de dirigentes, actuando fuera de la práctica sindical decente, hicieron de CVG Alcasa la empresa del aluminio más conflictiva de Latinoamérica, pero al mismo tiempo la más arruinada.
Pude observar a estos dirigentes del FBT cuando le cayeron a patadas al presidente Dixon Rosillón en su oficina de presidencia y, tiempo después, a José Ignacio Echeverría en el salón de usos múltiples de Alcasa porque no firmó unos acuerdos. También me tocó ver cómo sacaban a los gerentes a empujones de sus oficinas, siendo trabajadores con carreras, formados en la misma empresa con muchos años de experiencia.
Aunque usted, amigo lector, no me lo crea, estos dirigentes cómplices del cierre de Alcasa se montaban en los escritorios de los gerentes víctimas y ahí hacían sus necesidades y, luego, les llenaban las puertas de las oficinas de excremento para que no entraran. Fe de lo que digo la puede dar el Chino Rojas, gerente de Laminación; Omar Escobar, gerente de Fundición; Arquímedes Miranda, gerente de Planta de Carbón; Delys Rojas, gerente de PCP y todos aquellos gerentes de la otrora CVG Alcasa productiva que sufrieron la llegada del terrorismo sindical junto con el socialismo. Los presidentes de Alcasa, Dixon Rosillón y José Ignacio Echeverría, saben que digo la verdad de lo que a ellos les tocó vivir.
Esta práctica de terrorismo sindical, de quienes a las patadas y ya en nombre de los trabajadores querían tomar el control de las gerencias, duró en esa primera etapa hasta la llegada de la cogestión, siendo su momento más crítico el 2004. Solo en ese año se registraron 178 paros y la anarquía total de la planta auspiciada por los hoy dirigentes del FBT, obligó al Estado -en diciembre del 2004- a militarizar la empresa con 185 guardias nacionales y tres tanquetas paradas en la entrada de Alcasa. Algún día podremos ampliar esta historia con mayores detalles.
La cogestión, otra forma de participación de los trabajadores, tuvo en CVG Alcasa dos etapas: la primera, desde febrero de 2005 hasta enero de 2006 y, la segunda, de enero de 2006 hasta el nombramiento de Rodolfo Sanz como ministro. En esa primera etapa de la cogestión, persistió el desastre y las pugnas intersindicales de dos bandos de dirigentes sindicales socialistas, peleando por el control de Alcasa, ahora contra el presidente Carlos Lanz, quien llegó en febrero de 2005.
El 18 de enero de 2006, los trabajadores deciden acabar con la anarquía en Alcasa, poniendo el sindicato Sintralcasa en nuestras manos. Desde ese momento, nuestro compromiso como dirigentes responsables, obreristas y demócratas fue casarnos con la paz laboral por la recuperación de la empresa. Nuestra política fue aplaudida por los trabajadores, que ya temían por el cierre de nuestra planta. Los resultados de nuestra gestión tuvieron altos niveles de excelencia y aceptación, ya que marcamos la diferencia y rescatamos el buen y genuino sindicalismo.
El 2006 lo cerramos con una producción de 186 mil toneladas métricas (TM) de aluminio primario al 100% de calidad; el 2007 cerró la producción en 187 mil TM manteniendo la producción y la calidad del metal. Cabe resaltar que los beneficios contractuales logrados para los trabajadores fueron también beneficiosos y las cuatro líneas de producción de Alcasa llegaron a su máxima capacidad. Las líneas I y II según lo programado; la línea III se llevó a 180 celdas y la línea IV a 216 celdas, siendo para ambas su capacidad instalada.
Empresa, sindicato, trabajadores, gerentes, técnicos, profesionales y hasta jubilados logramos elevar la producción con una cogestión aplicada y basada en el respeto y sentido de pertenencia, pensando siempre en la útil existencia de la empresa para todos. Los gerentes trabajaron en sana paz, porque no había un sindicato atropellando, sino aportando, con un tren gerencial que de paso fue nombrado por los trabajadores y fueron los mejores gerentes en esta era socialista en Alcasa.
Hasta febrero de 2008 duró oficialmente la cogestión por falta de apoyo del ministro Rodolfo Sanz, porque no creía en la cogestión y, a mi juicio, ya tenía las instrucciones de cerrar la empresa Alcasa.
En agosto de 2008, la FBT vuelve a tomar el control del sindicato y, con su llegada, sus viejas aspiraciones por tomar el control de la empresa. Reiniciaron la batalla ahora contra Elio Sayago quien fue nombrado el “presidente trabajador”, y con este nombramiento por fin aprueban 403 millones de dólares que ya habían sido pedidos en mesas de trabajo en la cogestión de Carlos Lanz para la recuperación de Alcasa.
Con el solo anuncio de los 403 millones de dólares, ya se sueltan las ambiciones endemoniadas por el control de estos recursos.
Es en ese momento que el control obrero surge como una buena coartada para quitar del camino al “presidente trabajador” Elio Sayago, para poder administrar los recursos de Alcasa en manos del grupito del FBT, desconociendo las facultades de Sayago como presidente y sometiéndolo a respetar las decisiones del sindicato bajo el control del FBT.
Sayago no acepta ninguna imposición, haciendo respetar su autonomía como presidente, pero esta decisión contra el falso control obrero le costó a Alcasa un paro de 34 días donde se perdieron 41 celdas. Sayago, lamentablemente, fue víctima de una golpiza en el portón de Alcasa, donde el crimen sindical organizado ahora en control obrero le prohíbe la entrada a la empresa y a todas sus dependencias, aún siendo presidente de Alcasa.
Los sindicalistas del FBT, que son muy fieles a su lucha por sus propios intereses revolucionarios, le abrieron una herida mortal a CVG Alcasa, que junto a sus trabajadores fue la gran perdedora.
Alcasa, por mucho esfuerzo que hizo para levantar su producción, jamás lo pudo hacer porque -además- los recursos se invirtieron en compra de inútiles equipos chinos. Por estas razones, aseguramos que el control obrero fue una coartada que destruyó a CVG Alcasa y que se utilizó para manejar en nombre de los trabajadores las pocas finanzas de la empresa, cupos de aluminio, remesas enviadas por el Estado, recursos del Fondo Chino que fue usado para comprar chatarras chinas hoy oxidadas en los patios de Alcasa. En nombre de los trabajadores, en un supuesto control obrero, saquearon a CVG Alcasa y arruinaron a los trabajadores.
Fue imposible lograr que nuestras voces fueran escuchadas, aunque elevamos nuestras denuncias hasta la Procuraduría General de la República, pero la mafia fue más grande de lo que imaginamos y los responsables de tantas denuncias públicas que hicimos contra los malos manejos de la empresa y las que hizo Elio Sayago, Carlos Lanz, Dixon Rosillón y José Ignacio Echeverría, terminaron siendo los presidentes de la empresa y manejando más de 600 millones de dólares de todos los venezolanos. Hoy la empresa está cerrada y arruinada, esperando por la voluntad de Dios y que los trabajadores podamos una vez más encender sus chimeneas.
Algún día se hará justicia y habrá una auditoría seria que determine y adjudique responsabilidades en cada gerente o presidente, que actuando bajo un falso control obrero enrumbaron a Alcasa hacia las ruinas de sus líneas de producción y mal direccionando los recursos del Estado en compra de chatarra china que ya habíamos alertado que no servía, y así fueron compradas evidenciando que no les importó la voz del obrero. La corrupción fue y es su delirio.
Secretario de Trabajo y Reclamos de Sintralcasa