Adaptar rutinas de trabajo y estudios en medio de una cuarentena por la pandemia de COVID-19 significó un choque para la mayoría de la población, porque alteró su rutina diaria e implica incorporarse a una modalidad con la que muchos no estaban familiarizados. Esto incluyó a niños, niñas y adolescentes que poco a poco sortearon los principales obstáculos de la educación a distancia en Venezuela, que está afectada por las fallas de internet y conexiones de telefonía móvil, entre otros temas.
Para los niños y niñas con condiciones especiales significó un reto mayor, precisamente por la atención y herramientas que requieren para cada caso. Sorteando todas las dificultades, madres y docentes también superaron el desafío al adaptarse, en medio de la contingencia, y prepararse para continuar al menos por unos meses más en la modalidad a distancia.
En este especial de Correo del Caroní, madres y docentes relatan su experiencia y aprendizaje sobre la educación a distancia para personas con deficiencias visuales y/o auditivas, así como niños con síndrome de Down y autismo.
El Centro de Atención Integral para Ciegos y Deficientes Visuales Caroní (Caidv-Caroní) es el único plantel educativo para ciegos en Ciudad Guayana. Con la cuarentena decretada por el Gobierno el 16 de marzo de 2020, sus estudiantes y profesores, estudiaron y trabajaron desde casa, respectivamente.
Actualmente tiene una matrícula de 101 estudiantes -66 varones y 35 hembras- de los cuales 35 también están inscritos en escuelas regulares de la ciudad. Atienden a personas con deficiencias visuales y otros compromisos asociados como ciegos con autismo, déficit de atención o con síndrome de Down. En su matrícula hay niños de seis años hasta personas de la tercera edad.
La directora del plantel, Libna Torres, indicó que las actividades durante el año escolar pasado se terminaron a través de WhatsApp, correo electrónico y llamadas telefónicas. “Desde el 16 de marzo los docentes, padres, representantes, alumnos y todos los involucrados en el proceso educativo aprovechamos el programa pedagógico nacional Cada Familia una Escuela aunado a la planificación diaria de los docentes del centro”, explicó.
Torres indicó que durante el año escolar pasado y este presente periodo académico, “los directivos de planteles de servicio de la modalidad de educación especial enviamos videos y fotografías de las diferente actividades realizadas por los estudiantes al grupo de WhatsApp de la Zona Educativa del estado Bolívar”.

La profesora del Caidv-Caroní Rosa Wongson comentó que ha sido cuesta arriba el proceso de enseñanza virtual, debido a la falta de implementos tecnológicos y las fallas del internet para algunos alumnos y docentes. “Hay estudiantes que en sus casas no tienen internet, no tienen computadora y no cuentan con celulares inteligentes, ni con teléfonos. Tengo un caso en que me he tenido que apoyar con sus vecinos, que han estado dispuestos a brindarle la ayuda a un estudiante, le envío las asignaciones por correo y los vecinos las anotan y se las llevan”, expresó.
La labor de Wongson dentro del plantel es acompañar a la población de baja visión. Les enseña lectura y escritura en el sistema braille, matemáticas empleando la caja aritmética y orientación y movilidad con bastones. Actualmente tiene ocho alumnos, comprendidos entre ocho años hasta los dieciséis y se comunica con ellos por WhatsApp, correo, Facebook o llamadas telefónicas.
“Todos mis alumnos están insertados en otras escuelas y liceos. Durante el año escolar pasado me dediqué a brindarles apoyo con sus clases en las escuelas regulares pero adaptándolas a las herramientas básicas para los deficientes visuales”, comentó.
También señaló que otras de las dificultades son las actividades prácticas. “La presencia hace falta para estas enseñanzas, porque se necesita indicarles la presión que deben ejercer para pulsar el punzón para escribir en braille, que estén colocando bien la regleta.”, dijo.
Para la profesora Rosa Wongson una reflexión que deja estas clases a distancia es “que el núcleo familiar se debe involucrar más con el proceso de aprendizaje de sus hijos, no esperar que sea el docente el hacedor y el que está pendiente”.
La adaptación de Juan
A Juan Julián le gustan las clases virtuales pero su computadora se dañó.
Juan Julián Rosales es un alumno del Caidv-Caroní, tiene 12 años y estudia quinto grado en el salón de compromisos asociados ya que es invidente y tiene autismo leve. Nació de seis meses, fue un embarazo gemelar pero su hermano murió. Juan fue diagnosticado con retinopatía del prematuro en grado cinco, un trastorno ocular causado por el crecimiento de vasos sanguíneos en las retinas de los bebés.

Desde que tiene cinco años asiste al plantel, ahí aprendió a orientarse y movilizarse, ha tenido apoyo emocional y pedagógico. Aunque en principio se entristeció por las clases a distancia se ha acoplado a esta modalidad. “No le gustó cuando le expliqué que ya no podíamos ir al colegio, porque a él le gusta mucho estar ahí, pero como también le gustan los dispositivos móviles y que lo graben, él colabora mucho para hacer sus tareas y grabar sus exposiciones”, comentó Norvis Ortega, madre del niño.
Entre las tareas que realiza están exposiciones, relleno de figuras con relieve, matemáticas con ábaco, porque no tiene una caja aritmética para realizar operaciones matemáticas. También practica escritura en braille, aunque no le agrada tanto. Se emociona cuando su maestra lo felicita por las actividades que realiza en casa.
Las computadoras y celulares inteligentes acaparan la atención de Juan Julián, y la herramienta TalkBack es su aliada, a través de ella navega por internet, investiga sus tareas y memoriza sus exposiciones. Hace unos meses se dañó su computadora y ya no puede navegar como antes, ahora utiliza el celular de su mamá, que tiene poca memoria y la pantalla rota. “Por ahí resolvemos, él con el TalkBack me lee los mensajes y me ayuda” comentó su madre.
Además, en las actividades culturales del Caidv-Caroní descubrió sus habilidades musicales, por ello su mamá lo inscribió en la iglesia Jesucristo Resucitado, en Guaiparo, donde recibía clases de acordeón y teclado antes de la pandemia.
“Los niños con deficiencia visual y también los que tienen otras condiciones asociadas son muy inteligentes y es una lástima que muchos no puedan ver sus clases por falta de herramientas tecnológicas, ojalá a algún ente privado o público se les mueva el corazón y ayude a los niños del Caidv-Caroní y los dote de equipos”, manifestó Ortega.
En Ciudad Guayana existe solo una escuela especial para personas con deficiencias auditivas. Se trata de la Unidad Educativa Especial de Deficiencias Auditivas Manuel Piar, ubicada en el sector Unare de Puerto Ordaz. Para estas personas es obligatorio apoyarse en lo audiovisual y, en medio de un sistema que no está completamente adaptado a lenguajes inclusivos, como el de señas.
“Nos agarró de sorpresa, pero atendiendo las políticas educativas emanadas del Ministerio de Educación, cumplimos dentro de lo que cabe, con los programas de VTV, que nos sirvieron de apoyo. Nos comunicábamos a través de WhatsApp o vía telefónica. Le dábamos las explicaciones a los papás a través de videos, hacíamos foro-chats, y terminamos el año escolar, como todo cuando estás comenzando, dando ‘pininos’, pero ya estamos preparados, ya nos enviaron el programa con sus orientaciones”, afirmó Yamileth Martínez, directora de la UEEDA Manuel Piar.
Además de WhatsApp, evalúan otras aplicaciones como Zoom y Telegram, sin embargo, entre los 32 niños con los que cuenta esta institución desde educación inicial hasta sexto grado, muchos de ellos son de muy bajos recursos, por lo que las fallas de Internet o de señala telefónica móvil, no es el único inconveniente.
“Para el niño que no tenga acceso a un teléfono inteligente, cada docente va a preparar su planificación y nos veremos cada 15 días cuando sea la semana de flexibilización para darle el feedback a los niños, recibir las tareas y mandarles el nuevo material. El que no tenga WhatsApp, tenemos unos manuales que estamos enviando por correo y nos apoyamos mucho con los videos de las maestras dando la explicación de las señas”, explicó Martínez.

Hay niños que viven bastante alejados del plantel, hacia la vía a Upata, y en medio de la cuarentena las posibilidades de movilización se complican mucho más. Sin embargo, en aras de apoyar a los alumnos, la directora de este plantel llegó a ir hasta sus casas para llevarles el material en físico necesario para que pudieran continuar sus estudios en medio de este proceso de adaptación.

“Nos apoyamos con las canaimitas, porque la institución fue beneficiada el año pasado con esos equipos. A los alumnos les damos un pendrive, utilizamos todas esas estrategias, hemos ido hasta la vía a Upata porque hay niños que viven hacia esa zona. Nosotros buscamos el beneficio de los niños y fuimos a las casas de los que tienen más necesidades”, destacó.
Yamileth Martínez asegura que, al igual que las docentes, se siente más preparada para asumir el nuevo año escolar con la metodología a distancia. Sin embargo, sostiene que nunca será igual al método presencial.
“Nada que ver como lo presencial porque observamos al niño, sacas tu percepción como docente, si está haciendo algo malo lo orientas”.
A su vez, considera que el lenguaje de señas debería expandirse mucho más e implementarse en el sistema educativo, hacerlo más inclusivo, tanto para las personas con deficiencias auditivas como para su entorno.
Los niños con sordoceguera y los profesionales expertos en sistemas de comunicación y aprendizaje para esta población, insisten en que urge mejorar la comunicación y calidad de vida de los niños a través de una política nacional que mejore el sistema educativo en su modalidad de educación especial, así lo explica la directora técnica de Sordociegos de Venezuela (Socieven), Nelly Ramírez.

Ramírez señala que es necesario que se garanticen oportunidades de aprendizaje seriamente amenazadas durante la cuarentena, “esta población requiere de ajustes y sistemas de apoyo comunicacionales y curriculares para acceder a la información y sistemas de apoyo para que ganen movilidad e independencia en su entorno”, explicó.
Socieven es una organización sin fines de lucro venezolana que trabaja con personas sordociegas desde 1995. La sordoceguera es una discapacidad sensorial única, quien la tiene, debe vivir con dificultades de acceso a la comunicación, información y libertad de movilidad.
De acuerdo con la especialista, sólo 10% de estas personas tiene una deficiencia completa de estos sentidos. Los demás, tienen un sentido mejor desarrollado que otro, ya sea el visual o el auditivo y, dependiendo de esto, se aplican actividades educativas y de inclusión social y familiar.
El reto a distancia
Socieven alerta que sólo 49% de los niños con sordoceguera tiene atención educativa y el porcentaje amenaza con aumentar durante la cuarentena por COVID-19. “Sabemos que esto se ha incrementado durante la situación de pandemia, hay recursos limitados, que no son suficientes para dar continuidad a los contenidos en el hogar”, dijo Ramírez.

El proceso educativo de las personas con sordoceguera implica rutinas y sistemas individuales de comunicación porque cada persona tiene una forma diferente de comunicarse, algunos utilizan el lenguaje de señas, otros utilizan dispositivos especiales como objetos indicadores o pictogramas, sistema braille y también, hay grupos que pueden utilizar el lenguaje oral con aparatos específicos como las prótesis auditivas.
El reto educativo radica en que esta sea reconocida como una discapacidad única, y que se amplíe la ley hacia la atención específica del área con sordoceguera. “La ley no atiende en general las necesidades y características complejas de esta población y no se encuentra contextualizada con las normativas internacionales”, recalcó Ramírez.
La directora técnica insiste en que, aunque existe una adaptación curricular, hay fallas en las estrategias y los recursos empleados.
Esta población requiere personal de apoyo como guías, intérpretes o mediadores y, a nivel personal, necesitan apoyo familiar y de la comunidad, “es importante para que ellos creen identidad e independencia como se percibe a nivel pedagógico”, dijo.
Recomendaciones
La especialista explica que durante la cuarentena la mayor carga del proceso de aprendizaje del niño con sordoceguera recaerá sobre sus representantes, y por ello recomienda, que los padres exploren la forma en la que su hijo recibe información y expresa sus necesidades e intereses, es imprescindible fomentar sistemas de comunicación para desarrollar el lenguaje.
Además, recomienda emplear materiales de información sencilla, que sea de fácil acceso en casa, y emplear la técnica de los estímulos sensoriales a través de instrumentos como indicadores de objetos, pictogramas o algunos materiales en relieve.
Ramírez explicó que en estos momentos es importante que los representantes ocupen el tiempo en distintas actividades con sus hijos, como lectura de cuentos, revistas y periódicos, conversar sobre diferentes tópicos, hacer actividades de la rutina diaria como cocinar recetas sencillas, jardinería o el cuidado de mascotas.
Durante la cuarentena, Socieven sigue dando asesorías educativas en línea, para familiares, profesionales e instituciones sobre los procesos educativos y de comunicación de personas sordociegas.
De acuerdo con el censo de la Fundación Mundo Down Venezuela, hasta octubre del 2019 registraban 82 personas con Síndrome de Down en Puerto Ordaz, estado Bolívar. De estos, 9 niños y 10 niñas están en edad escolar.
Como ocurrió para todos los representantes y docentes, pasar de las clases presenciales a la modalidad a distancia fue un choque y una adaptación bastante improvisada, aunque ahora se sienten mejor preparados.
“Tuvimos que adaptarnos rápidamente, hacer un plan de contingencia, armar una planificación nueva y adaptar todo lo que se pudiera de la parte presencial a la parte virtual. Como mamá, al principio fue difícil porque normalmente las actividades las envían a todo el grupo por la parte virtual. Luego, al conversar con la docente, se empezaron a hacer las adaptaciones curriculares para el niño”, explicó Gainet Peña, presidenta de la fundación Mundo Down Venezuela y madre de un niño con esta condición.

Las herramientas a usar para las clases virtuales no variaron con respecto a otros colegios. Se apoyaron principalmente en grupos de WhatsApp, con la difusión de notas de voz y videos. Y como sigue ocurriendo, el principal inconveniente en el proceso fue el deficiente servicio de internet.
El proceso de adaptación no terminó con la culminación del año escolar 2019-2020. “Cuando salimos de vacaciones empezamos a trabajar en estrategias nuevas para aplicar, revisando no solo cómo trabajan en otros países, cómo lo estaban llevando, sino buscando estrategias propias del colegio. Utilizar otras herramientas, además de WhatsApp, las maestras modificaron su estrategia de enseñanza para estar más de la mano con el representante y, hacer una educación muchísimo más personalizada. La experiencia previa ayudó muchísimo a replantearnos cómo vamos a trabajar este nuevo año escolar”.
Gainet Peña considera que su rápida adaptación tuvo que ver también con el apoyo de un especialista.
Un esfuerzo doble
Jeginet Peña trabaja como maestra en una escuela regular que, entre sus alumnos incluye a niños con condiciones especiales, como Síndrome de Down. “Si bien es cierto que en el colegio tenemos que adaptarnos a tener niños con condiciones o algún tipo de deficiencia, el esfuerzo es doble, no tanto por el educador, sino también por el compromiso de los padres que muchas veces no están 100% enfocados. Se hace más difícil porque a muchos niños, además de darles educación, se deben atender otros factores, como ayuda por la parte motriz o en el área de lenguaje”, explicó.
Las herramientas de WhatsApp fueron su principal método de comunicación. Sin embargo, las actividades tenían que ser aún más supervisadas por especialistas, como psicólogos y psicopedagogos, para que pudieran orientar también a los padres, y muchas veces a las mismas maestras, por su poca experiencia.
“Los principales inconvenientes fueron el uso del internet, porque muchos papás tenían pero no era constante y, el compromiso de los papás, porque si bien la maestra mandaba las actividades, los papás tenían que ser el apoyo principal en casa. Entonces, algunos papás no tenían ese compromiso y el niño no podía explorar y desarrollar todo el potencial, porque no les prestaban la atención que necesitaban”, detalló.
Aprendizaje
Para este nuevo año escolar que continúa a distancia, al menos durante el primer lapso, sienten que tienen una mayor preparación para abordar otros mecanismos de enseñanza virtual. Incluyeron en su planificación el uso de aplicaciones como Google Classroom, una plataforma que permite gestionar un aula de forma virtual y de manera colaborativa.
Jeginet Peña sostiene que el aprendizaje es entender que sea en el colegio o de forma virtual, la educación “es un trabajo en conjunto: padres, docente y el niño. Si uno de los tres falla, falla la educación, porque la base principal debe tenerla en casa, es el apoyo principal que tenemos tanto en clases presenciales como virtuales”.
Gabriel Milton González terminó el año escolar con dificultad, las clases a distancia implicaron una sobrecarga de tarea en casa que ameritó una adaptación curricular con la que no pudo contar, pues tiene autismo grado medio y su colegio, -como la mayoría de los colegios en el país, públicos y privados- no estaba preparado para la contingencia.
El niño de 12 años cuenta con la tutoría de su mamá, Nitzia Hernández. La mujer es su tutora desde que Milton estaba en primaria, su mayor reto ha sido adaptar por cuenta propia las tareas de Milton a su ritmo y condición, sin contar con una especialista porque no tiene cómo pagarla, el niño estudia en un colegio privado de educación regular.
Nitzia relata que el proceso ha sido duro, pero que los resultados la enorgullecen, paso a paso logró que Milton aprendiera a leer, a escribir, a colorear, y a dejar de sostener el lápiz como si fuese un puñal. Hoy está en quinto grado, y domina más la parte lógica que la parte de comprensión. “Es muy bueno en matemáticas, le encantan los números”, dice su madre.
La tutora de Milton se las arregló para armar su propia estrategia de enseñanza durante la cuarentena. “Es que era imposible que el niño con su condición hiciera esa cantidad de tarea”, señala.

Nitzia ha tratado de convencer a Milton de que no se puede volver a la escuela por ahora, en un niño con autismo, el cambio de ambiente suele generar más estrés y ansiedad de lo normal. “Trato de no forzarlo a nada y de no tener una rutina fija con él, porque cuando la rutina falla le genera mucho estrés”, acompaña el proceso de aprendizaje con videos en YouTube.
Algunas instituciones no pudieron mantener la modalidad a distancia por completo para monitorear a los niños con condiciones especiales, por el grado de atención que estos necesitan. El colegio Fe y Alegría de Las Amazonas en Puerto Ordaz, por ejemplo, implementó la modalidad de visitas esporádicas de monitoreo para los dos niños con autismo que tienen en su matrícula, sobre todo los casos más severos en los que los padres requieren asistencia.

“Esto ha sido un reto muy duro que nos tocó asumir, contamos con la ventaja de que nuestras maestras y especialista viven en la comunidad y pueden asistir a estos niños”, expresó la directora del recinto Neyda Navas. La mujer aseguró que la medida es necesaria porque la mayoría de los niños vienen de familias con muy bajos recursos que requieren apoyo adicional.
En el colegio público Unidad Educativa Alejandro Otero, en San Félix, tuvieron que pausar la adaptación curricular a distancia de niños con autismo para el período pasado y reactivarlo para este nuevo período escolar, así lo explicó la coordinadora del recinto, Inarvis Carrasquel.
En esta institución hay tres psicopedagogas y al menos 45 niños con condiciones especiales, entre ellas el autismo, muchos de ellos ameritan terapias tres días a la semana, y asistencia presencial al menos dos días a la semana al colegio. La mayoría de sus representantes no tienen acceso a computadoras o internet, por lo que la institución tampoco puede aplicar la cuarentena por completo.
Para el nuevo período será necesario utilizar las instalaciones del colegio para la atención presencial en un horario especial para evitar la aglomeración de personas e implementar la visita de las maestras a algunos niños con condiciones especiales en grados más severos. “Esto es necesario porque para ellos fue fuerte atenderlos en su casa, esta es una zona de condiciones vulnerables, teniéndolos en casa los padres perdían el control”, manifestó la coordinadora.
Estudiar el impacto hacia esta población
La psicopedagoga experta en autismo, Jeslyca Martínez, asegura que durante la contingencia urge que se estudie el impacto que está teniendo la modalidad escolar a distancia en niños con condiciones especiales como el autismo, pues hasta ahora no hay números que lo indiquen.
“Si es un niño que no tiene las competencias desarrolladas para saber el uso de la computadora, no se va a beneficiar, por más que yo tenga todas las intenciones si el niño no está preparado no habrá proceso de aprendizaje, primero el diagnóstico”, explicó la especialista.
Culminar e iniciar de nuevo el año escolar depende 100% del compromiso que tengan los padres con sus hijos pues implica involucrarse de lleno y, el acceso que estos tengan a especialistas y docentes que guíen el proceso en casa. “En algunos casos van a necesitar adecuaciones curriculares y el trabajo es titánico, esto es un reto educativo para los maestros, los niños y los padres, aquí lo que vale es sumar esfuerzos para que dentro de todo los chamos se puedan beneficiar”, dijo.
Antes de la pandemia existía la posibilidad de hacer seguimiento a la integración e inclusión del niño, se podía ir a la escuela y hablar con la maestra, pero no todas las instituciones pueden implementar un trabajo logístico especial y, no todos los padres pueden contratar un especialista privado.