La noche del 19 de enero de 1985 el papa Juan Pablo II anunció su viaje a Venezuela mediante un mensaje de televisión enviado vía satélite desde Roma: “Amadísimos hermanos y hermanas de Venezuela, cuando ya está cercano el día en que tendré la dicha de visitar por primera vez esa querida nación, deseo desde ahora hacer llegar a todos los venezolanos mi saludo más afectuoso y cordial. Accedo con gran placer a la amable invitación que, en su día, me hicieron llegar las autoridades y los obispos venezolanos para visitar este joven país”.
Esa misma noche, el presidente Jaime Lusinchi desde Miraflores hizo un llamado a los habitantes del país para que se alistaran para la venida del sumo pontífice y lo recibieran “con el cariño y respeto que se merece”.
Viene el Peregrino
Viene el Peregrino fue una sección del Correo del Caroní en la que, a propósito de la venida del pontífice, se escribieron una serie de reportajes sobre su vida y trayectoria en la fe cristiana.
“Cuando se supo que Juan Pablo II iba para Ciudad Guayana los periodistas decidimos, conjuntamente con el Dr. Natera, hacer durante todo ese mes de enero una página completa dedicada al Papa, a su vida, sus viajes, su historia y desarrollar los beneficios que iba a traer su venida”, explicó Ana Teresa Pacheco, periodista que realizó la cobertura de los acontecimientos relacionados con el sumo pontífice en la ciudad.
“Llegó a nuestras manos mucha información de la biografía de Karol Wojtyła y lo que significó para el Vaticano que él iniciara los viajes que lo catalogaron como el peregrino; de ahí salió el nombre de la sección”, destacó.
Un altar del transatlántico Cristóforo Colombo
Correo del Caroní publica un artículo el 20 de enero de 1985 en el que se describen los detalles de la capilla donde se dará la misa papal. “Nuestra ciudad joven y llena de vida va a ser testigo de un acontecimiento que otras muchas ciudades envidian, pero que el destino ha querido que sea nuestra Ciudad Guayana, una de las cuatro poblaciones que ha sido seleccionada para ser escenario de tal magno evento”, escribió el ingeniero Salvador Carrillo.
El Ministerio de Desarrollo Urbano procedió a construir “todas las obras necesarias para recibir a la vasta multitud la cual se estima en el orden de 400 mil personas”, reseña el artículo. La tarima fue construida de forma piramidal, forrada por láminas de asbesto apoyadas sobre un envigado de madera. La forma de esta estructura permitía que fuese visibilizada desde cualquier punto del sitio.
“El recuerdo que nos dejará esta grata visita se verá acrecentando por el uso posterior que se sepa dar a esta inmensa área que se ha recuperado y la cual puede convertirse en un sitio de descanso y esparcimiento para personas de cualquier edad”, expuso Carrillo en el artículo Reto histórico para una ciudad nueva.
Se utilizó un altar que permaneció por más de 30 años en el transatlántico Cristóforo Colombo. Luego de ser vendido el barco, esta pieza pasó a ser parte del patrimonio de la Diócesis de Guayana. “El hecho se considera de importancia para la ciudad, por cuanto quedará como parte de nuestra incipiente historia, el hecho de que pueda tener un sitio preponderante en la futura catedral”, escribió Pacheco.
Una llave de oro de El Callao para el Papa
En el pueblo minero El Callao orfebres elaboraron una llave de oro de 20 quilates, de 17 centímetros y con un peso de 1.100 gramos para obsequiársela a Juan Pablo II de parte de la empresa Minerven y los callaoenses Joshua Herewood y Alejandro Marcksman duraron 20 días haciendo esta pieza. El presente fue entregado al sumo pontífice por el niño callaoense Kenton Gabriel St. Bernard.
En la visita del Papa a las instalaciones de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), los obreros le entregaron una placa con una silueta de cobre del mapa de Venezuela. En el medio, fue incrustado el rostro de su santidad el cual fue realizado con bronce. Esta obra se completa con un escudo papal realizado también en cobre.
Los trabajadores siderúrgicos también le regalaron un crucifijo fundido en hierro, elaborado en el Departamento de Fundería de Sidor. Estaba colocado en una base de madera de cedro y contenía dos placas de aluminio. El obsequio fue realizado por los trabajadores Leónidas Sifontes, Raúl Rivera, Gumersindo Infante, Héctor González, Raúl Herrera y Andrés Pinto.
Almuerzo en Sidor
El Papa almorzó en el comedor principal del edificio administrativo de Sidor con 118 obreros de las empresas básicas del estado Bolívar. El almuerzo tuvo un menú criollo: pollo deshuesado, plátano frito, arroz y queso guayanés; era la comida que también sirvieron a los 7 mil trabajadores que ese día acudieron a los comedores de la compañía. Desde el balcón del séptimo piso del edificio administrativo, Juan Pablo II les habló a los trabajadores.
Serenata Guayanesa amenizó el encuentro, dándole muestra al Papa del acervo musical regional. Entre las canciones que interpretaron estuvo Casta Paloma, un aguinaldo compuesto para el peregrino.
Américo Fernández, cronista de Ciudad Bolívar, narra en su blog Recorrido anecdótico por la historia de Ciudad Guayana, lo que el sidorista Virgilio Pérez Hernández vivió con el Papa ese día: “Virgilio nunca se imaginó que Juan Pablo II fuera tan sencillo como ellos y trasmitiera esa confianza que lo llevó a colocarle en su cabeza el casco de suvenir que el presidente César Mendoza había puesto en sus manos: ‘Perdone, Su Santidad, pero le queda mejor así’. Entonces el sumo sacerdote le respondió sonriente: ‘¡Ahora sí soy sidorista!”.
Mensaje de Juan Pablo II a los guayaneses
Debido a las características de Ciudad Guayana, una zona industrial por excelencia, la liturgia eucarística dictada por el sumo pontífice estuvo dedicada al “problema del trabajo”. “Saludo especialmente a todo el mundo del trabajo venido no solo de Venezuela sino también de otros países de América Latina, debido al desarrollo de la industria del hierro y el acero, del aluminio y de la hidroenergía, que ha hecho a esta ciudad uno de los núcleos más importantes de Venezuela”, dijo.
El Papa explicó que en el Génesis, el trabajo significa someter y dominar a la tierra y su plan divino es “un dominio con poder y autoridad de Dios”. Además, comentó que el hombre se ayuda de la técnica para lograr sus cometidos, pero que se ha puesto “la primacía de la materia sobre el espíritu”:
“Hoy somos testigos de las transformaciones causadas por las ciencias y las tecnologías, aplicadas por la inteligencia del hombre. Pero a la par que el instrumento técnico tiene valor positivo, también surgen ciertas dudas porque la técnica puede llegar a ser y ha llegado a ser, alienante y manipuladora”, recalcó.
Enfatizó que el trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo y que el principio de dignificación laboral empieza por establecer las estructuras de los sistemas de producción industrial, político, económico y social “si no se quiere continuar en el espantoso desequilibrio del mínimo porcentaje que goza de los bienes, frente a un alto porcentaje que carece de ellos; sobre todo en países del tercer mundo”.