María Carolina Casado, quien prefiere que le digan Maca, ha transitado con gracia y carácter por todos los escenarios que la vida le ha puesto en frente. Polifacética y venezolana orgullosa, se quitó la banda de Miss Sucre que le impuso la Organización Miss Venezuela y antes de los 30 años llegó a los micrófonos de grandes medios de comunicación como Unión Radio y Globovisión.
Sin embargo, el mayor salto de su carrera lo dio en el año 2014, cuando dejó su empleo en Caracas y emigró a los Estados Unidos para radicarse en Miami. Esta ciudad la vio pasar, con la misma disciplina que en su paso por el reconocido programa Brújula Internacional, de una pasante voluntaria en la campaña de Hillary Clinton en el 2016 a ser la directora de medios hispanos dentro de la campaña para la reelección del expresidente Joe Biden en el año 2024.

Hija de médicos y enamorada de la política desde muy joven, Casado vivió su niñez y juventud en su casa familiar de Chilemex, en Puerto Ordaz, a pesar de ser nacida en Cumaná, estado Sucre, a los 9 años se mudó a Guayana, identificándose como guayanesa y acompañando muy bien el gentilicio con un hablar vivaz y desinhibido.
De la localidad de su juventud, recuerda las bromas de las tardes en casa de sus amigos en Los Olivos luego de salir de sus clases en el Colegio Iberoamericano. Las cotufas de los cines de Ciudad Alta Vista I, ya que entre risas asegura, que Orinokia Mall ahí era cosa del futuro, y el murmullo de las cascadas en sus caminatas a pie por el Parque La Llovizna.
Tras vivir un año en Suiza, donde estudió inglés después de culminar el bachillerato, regresó decidida a cursar la carrera de Comunicación Social; sin embargo, antes de sumergirse en los libros protagonizó un importante episodio de su vida que, en sus palabras, forjó gran parte de su carácter: participar en la cuadragésima novena edición del Miss Venezuela (2002) y ser Miss América Latina 2003.
Para 2004 dejó las guirnaldas y los tacones de lado, metiéndose de lleno en las ciencias de la comunicación. Escogió la Universidad Santa María como casa de estudios y egresó como el mejor promedio de su generación, demostrando que la excelencia tiene más de un escenario.
– ¿Qué marcó la juventud de María Carolina? ¿Cómo decides estudiar Comunicación Social?
– Terminé el bachillerato muy joven. Me gradué a los 15 y cumplí 16 años un poco después. Siempre está ese tema de seguir el legado de los padres y estudiar Medicina. A mí me hubiera gustado, pero la verdad es que yo esa vocación… Vi a mis padres entregar sus vidas a su carrera y yo estuve siempre muy enamorada de la política, incluso más allá de la comunicación. Cómo se formó la sociedad, la democracia, los griegos… Me fui enamorando mucho.
Mis papás me dijeron: estás muy joven, por qué no te tomas un año y te vas a estudiar otro idioma. Me mudé a Suiza, donde viví un poco más de un año. Allí volví decidida. Estudiar Medicina implicaba meter mi cabeza en los libros por 7 años. Luego un posgrado en Ciudad Bolívar. Yo quería conocer el mundo y tener tiempo para leer un poco de todo. Volví decidida a estudiar Comunicación Social.
– ¿Cómo esta joven enamorada de las letras y el análisis político llega al Miss Venezuela?
– Participé en el Miss Venezuela cuando volví de Suiza. Tenía 18 años. La primera vez que fui a Correo del Caroní fue siendo Miss Sucre a dar una entrevista. Las venezolanas tenemos esa cultura de miss y es algo que está presente en la vida de todas las niñas. Esos concursos forjan mucho el carácter. Se romantiza mucho, pero realmente es un reto duro de disciplina, esfuerzo físico y mental.
Eso ha cambiado un poco, hoy las misses son más adultas. En aquel momento éramos todas niñas de 17 y 18 años. Formó mi carácter y parte de quien soy. Luego de eso dije ya no más. Luego de los concursos viene eso de que sales de allí, estudias Actuación, te haces actriz… Yo tenía claro que luego de eso venía la universidad. Fue una experiencia maravillosa. Los comunicadores sociales tenemos una oportunidad de explorar en todas las materias. Allí me enfoqué más en la política.
Una voz guayanesa en la palestra política estadounidense
De hablar rápido y con un acento latino que asegura no tener intenciones de perder, la conversación de Maca se siente como una bocanada de aire fresco. Pómulos marcados y una sonrisa angelical evocan a la reina de belleza que fue, mientras que su firmeza y garra dan muestra de la estratega política que es hoy.
Cuando se le pregunta el porqué de migrar su respuesta inmediata es: no me quería ir. En 2014, a sus 30 años, sintió que las cosas fueron distorsionándose en el país. Ya tenía 6 años en Globovisión cuando se dio la venta del canal y, por ende, un vuelco en la línea editorial. La política parecía ennegrecerse y las crecientes restricciones hicieron que se replanteara su futuro.
Fue entonces cuando las voces de su familia la motivaron a probar suerte fuera del país: “Maca, arriésgate”. Y así lo hizo.
Con emoción y deseos de asumir más logros profesionales, una joven María Carolina se subió a un avión dejando atrás una importante trayectoria y la comodidad familiar para intentar vivir ese “sueño americano” que, asegura, es imposible construir sin kilos de esfuerzo.
– ¿Cómo fue tu llegada a Estados Unidos? ¿A qué te dedicaste al inicio?
– Me fui a una universidad a estudiar inglés y allí pasé los primeros 9 meses. Llegando a ese punto de inglés académico que me iba a permitir desarrollarme profesionalmente, sobre todo, gramaticalmente. Prepararme para llevar una carrera en Comunicaciones en los Estados Unidos totalmente en inglés. Es un país que te da oportunidades, pero tienes que trabajar muy duro y prepararte. Lo otro es saber que hay que hacer muchos sacrificios. Las horas… para el estadounidense el tiempo es dinero y tienen una cultura de trabajo muy arraigada, de muchas horas y muchísimas expectativas a muy alto nivel y no todo el mundo nació para eso. Yo creo que eso me ayudó a tener éxito, doy el todo por el todo, trabajo fines de semana… Me apasiona lo que hago.
– ¿Cómo hiciste esta conexión para llegar al partido demócrata?
– Para mí, que Donald Trump se lanzara a la presidencia fue como… guao. No. Porque no es un político tradicional, no es un estadista, no es un hombre preparado, pensaba yo en ese momento, para ser el líder del mundo libre. Por otro lado, tenemos a esta mujer que había sido secretaria de Estado, senadora… Una estadista que aspiraba a ser la primera presidenta de los Estados Unidos, hablo de Hilary Clinton.
Yo pensé que tenía que formar parte de esa campaña. A través de una amiga que conocía a un amigo que trabajaba en la campaña supe dónde era. Llegué y me presenté y, de hecho, trabajé como voluntaria y de gratis. Los primeros meses, cuando vieron que era buena y me esforzaba, me pagaron alguito. Esa fue mi primera apuesta.
– ¿Cómo se sintió empezar con este trabajo, ya de lleno en una campaña política?
– Se sintió como guao, Me dije: “Estoy viva”. Por primera vez llegué al lugar donde corría adrenalina por mis venas. Obviamente, el resultado no fue el esperado y allí vino un largo transitar de encontrar nuevamente mi lugar, pero ya sabía que quería hacer esto.
Seguí en Miami buscando mi camino. Trabajé en un medio de comunicación, pero ya sabía que no era lo que quería. Trabajé en TV Venezuela que es de la misma gente de Globovisión, una sede en Miami. Estando en TV Venezuela se me presenta una oportunidad de trabajar en una campaña para el Congreso. Empecé a trabajar para ese momento como secretaria de prensa para Donna Shalala que es una institución acá en Estados Unidos. Fue ministra de Salud y la conoce todo el mundo. Era una señora mayor y era su primera vez que competía en un distrito que había sido republicano 30 años. Era el distrito 27 de Miami que es 70% latino y ella no hablaba español. Ganamos esa contienda y eso me dio cierta visibilidad. Un impulso importante. Luego de eso vino la campaña de Biden que ganamos en 2020.
– Tras renunciar a la reelección, aparece una Kamala Harris con poco tiempo pero gran voluntad para conquistar a los americanos. ¿Cómo viviste este cambio de planes y qué significó esta etapa en tu carrera?
– Soy muy romántica y defiendo mis ideales. Soy una mujer íntegra. Hago lo que creo que está bien y me sentí orgullosa de trabajar para el presidente Biden, un político de carrera que quería lo mejor para la comunidad latina. Fue un momento para mí pellizcarme y ver que realmente todo mi trabajo había sido reconocido. Esa mujer que salió de Venezuela buscando una oportunidad y que realmente llegué a tener la oportunidad de trabajar para el presidente de Estados Unidos.
Trabajar para Kamala Harris fue un honor. Una mujer que representa lo mejor de este país: hija de inmigrantes, afroamericana… Fueron momentos en los que uno entiende que el trabajo duro da su recompensa.
Con ella tuve otro tipo de acercamiento. Fui su asesora latina cercana y me dio una oportunidad, subí un escalón. Hacía comunicaciones latinas, pero también hacía black, Lgbtq… básicamente toda la gente que no es blanca. El honor de mi vida tener la oportunidad de trabajar con esa gigante que representa todo lo que bueno que tiene este país y es una mujer intachable. Creo que si hubiera tenido la oportunidad de tener una campaña completa… Su campaña duró 100 días, hicimos un esfuerzo apoteósico. Algo que me impresionó mucho de ella fue su interés innato por la comunidad latina. Siendo una mujer de California que creció cerca de la comunidad latina, tenía un interés innato por nuestra gente.
– ¿En algún momento dudaste de que una venezolana podría llegar tan lejos?
– Las mujeres latinas sufrimos mucho del síndrome del impostor, a pesar de que somos mujeres trabajadoras. Siempre está ese pensamiento de: mi inglés no es tan bueno, no estoy tan joven para empezar… Siempre está ese fantasmita allí. Uno siempre tiene que hacer un esfuerzo doble de vencer esa voz que te dice que no vas a poder además de lo que hay que remar profesionalmente. Lo de los venezolanos es fuerte ahora por la demonización de Donald Trump a los venezolanos, pero cuando yo llegué el venezolano era visto como el porcentaje de latinos mejor preparados.
Era una minoría que llegaba preparada y con carrera. Ahora es mucho más difícil. Ahora es más complicado y eso es triste.
“El que se va, siempre siente que le falta una parte de sí”
Aunque no idealiza Venezuela, Maca apostaría cualquier cosa a que es el país con los paisajes más bonitos del mundo. Aunque no quería emigrar, su país de acogida le ha brindado más oportunidades de las que jamás imaginó. Cada logro tiene un sentido y grabado: para Venezuela.
¿Un proyecto? Llevar a su hijo Santiago a conocer Venezuela. Es un acto de placer, de memoria y, sobre todo, una siembra necesaria. En su opinión, forma parte de una responsabilidad tácita que tiene cada venezolano regado por el mundo: sembrar la semilla del amor por Venezuela en sus hijos.
Y si pudiera enviar un mensaje a cada guayanés, le diría que valore la inmensidad natural que le rodea, puesto que para ver algo así fuera del país se viajan horas y horas hasta llegar a algún parque nacional y, para colmo, confiesa que no es lo mismo.
“Extraño mi casa, mis papás, mi familia, ese calorcito. Esa belleza natural. Tener el Cachamay a 7 minutos, y La Llovizna a 15, la represa Macagua. Cuando uno es de ahí uno no valora esa belleza que tenemos alrededor. En el mundo la gente toma aviones y aviones para llegar a ver algo tan bello en su vida. Es conmovedor pararse ahí. Eso lo extraño mucho”, afirma.
Como mensaje final, a su amada Guayana, Maca envió un mensaje claro: trabajen duro, crean en ustedes mismos y visualicen lo que desean. Aunque la suerte ayuda, para quien no trabaja duro ni siquiera un milagro alcanza.