sábado, 12 julio 2025
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Cuatro, alma y pasión: Miguel Siso un músico fiel a sus principios

Al ser ecuánime, estudiar la música, ser responsable y mantener un trato humano, construyó una red que lo llevó a tocar en múltiples proyectos, dentro y fuera de Venezuela y afirma que comprendió que, para pertenecer a un lugar y hacer música, “uno debe estar allí, buscarlo y trabajar por ello”.
📷 Cortesía

Con un corazón lleno de gratitud y una mirada que evoca sus raíces, Miguel Siso, el talentoso músico de Puerto Ordaz, recuerda su niñez en San Félix, donde sus padres fueron un modelo constante, un pilar inquebrantable que forjó su camino. “Mi infancia fue cargada de muchos descubrimientos, más que todo relacionados con el arte, la música”, compartió Siso, aunque al principio la semilla de su talento le era desconocida.

Desde muy pequeño, su espíritu inquieto transformaba cualquier objeto cotidiano en un tambor, improvisando percusión con joyas o cubetas de agua e “imitando los ritmos”.

A los 7 u 8 años, un regalo de sus padres, un teclado, le abrió las puertas a un universo sonoro. Fue entonces cuando “empecé a sacar las canciones por mi cuenta”, con una facilidad asombrosa que no pasó desapercibida, recapitula Miguel.

Una vecina, una pianista con un oído agudo, reconoció de inmediato en él un talento musical innato, un don que se manifestaba sin necesidad de enseñanza formal.

Siso al contar con menos de 10 años tocaría por primera vez el instrumento que definiría su carrera, gracias a su padre, su primer gran referente musical. Todo ocurrió después de observar a su progenitor tocarlo en alegres reuniones familiares, tras esto, el responsable masculino de darle la vida decidió revelarle los tres primeros acordes: La Mayor, Sol Mayor y La Séptima. Con una emoción palpable, Siso rememoró: “Y ya con esos tres acordes empecé a ver la vida en colores, a ver que todo era posible acompañarse con un instrumento. A descubrir lo que es la armonía, las funciones armónicas de un instrumento tan rico como el cuatro”.

Aunque al principio percibió el cuatro como un instrumento “con limitaciones”, su entendimiento y conexión con él evolucionaron. Comprendió que el cuatro, que había comenzado como acompañante, podía ir mucho más allá, trascender y convertirse en un “instrumento rítmico y riquísimo en colores”. Para él se abría un mundo de posibilidades donde no solo era un instrumento de acompañamiento, sino uno con capacidad de ser solista, “capaz de evocar a Venezuela dondequiera que uno esté”.

Paralelamente a su pasión musical, Siso es un gran aficionado al béisbol, siendo un “fiebrudo” de los Leones del Caracas. Recuerda con humor cómo su madre lo inscribió en el Conservatorio CEMI en San Félix, que estaba justo al lado de un estadio de béisbol. Esto lo llevaba a escuchar los “batazos” mientras estudiaba solfeo y teoría musical, anhelando ir a jugar. A pesar de eso, siempre encontraba momentos para imitar las jugadas de los partidos que tanto lo fascinaban, llevando sus pelotas de goma para armar “caimaneras” en el colegio. La música, en retrospectiva, definió su infancia al permitirle un “viaje intelectual” para explorar sonidos y las infinitas posibilidades sonoras de cada instrumento, género y estilo, lo cual lo lleva a agradecer profundamente a todos los maestros que sembraron en él lo que hoy replica y difunde.

Un punto de inflexión conmovedor llegó cuando le iba mal en matemáticas, y su madre lo levantaba a las 5:30 de la mañana para “repasar”. Miguel con una nostalgia palpable cuenta que, para mantenerse despierto a esa hora tan temprana, encendía la radio y escuchaba “Pentagrama Nacional”, un programa de música instrumental venezolana. Él grababa estos programas en cassettes, para editar sus propias “playlists” de material acústico instrumental venezolano, un repertorio que estudiaba de oído durante horas.

Asegura que fueron momentos como esos, los que definieron el amor que siente por la música, y que posteriormente lograron que se dedicara a enaltecer el cuatro venezolano.

En 2007 ganó el Festival La Siembra del Cuatro. Esta victoria le planteó una decisión crucial: quedarse en Ciudad Guayana o mudarse a Caracas. Aunque había iniciado una carrera de ingeniería informática en la Universidad Nacional Experimental de Guayana (UNEG), un amigo lo animó a explorar un “nuevo mundo”, convenciéndolo de que estaba preparado.

Sus padres lo apoyaron incondicionalmente, permitiéndole ir a la capital del país con la promesa de estudiar música universitaria. Al llegar al Distrito Capital, las puertas se abrieron, y numerosos proyectos lo invitaron a participar. Siso atribuye su éxito a la disciplina, la constancia y la responsabilidad, cualidades inculcadas por sus profesores del conservatorio y el consejo del maestro Aquiles Báez sobre la puntualidad.

Al ser ecuánime, estudiar la música, ser responsable y mantener un trato humano, construyó una red que lo llevó a tocar en múltiples proyectos, dentro y fuera de Venezuela y afirma que comprendió que, para pertenecer a un lugar y hacer música, “uno debe estar allí, buscarlo y trabajar por ello”.

Con felicidad rebosante, narra que, en Caracas, la tierra que vio nacer a su equipo de béisbol favorito, se encontró tocando con los mismos grupos y artistas que había escuchado de niño en la radio, incluyendo a sus “superhéroes musicales” con quienes había soñado. Para Siso el cuatro siempre… ha guiado un poco su camino. “Yo digo que se dio a través de la música, o el destino, o la vida, lo que queramos poner en primer lugar, pero creo que siempre el destino… el universo y Dios tienen un plan para ti, y te usan como un instrumento, y te van llevando por diferentes caminos, mi brújula ha sido el cuatro. Agradezco muchísimo a Dios que me lo haya puesto en el camino”.

¿Qué significa la Siembra del Cuatro para Miguel Siso?

La Siembra del Cuatro es para él una “familia”, una red de músicos unidos por el instrumento. Participar y ganar el festival era el “máximo logro” para un cuatrista en ese momento, recuerda Miguel. Su primera participación en 2005, cuando llegó a la final, le permitió conocer el evento internamente. Seguidamente, al no haber concurso en el año 2006, Miguel se llenó de determinación por mejorar.

Asegura que fue extremadamente crucial para el desarrollo de sus habilidades con el instrumento, lleno de estudio intenso, desarrolló nuevas técnicas y exploración de música internacional.

Ganar en 2007 le dio una importante proyección mediática y en la red de músicos, siendo reconocido por su forma de tocar e impactando a nuevas generaciones. Para él, el cuatro es la “arepa musical” de Venezuela, y forma parte de la identidad nacional, un “sentimiento nacional”.

Con pasión declara que su esposa, Bárbara, es su “motor” e inspiración. Siso se considera un músico romántico y valora la conexión que tienen, una conexión que le brindó “muchísima inspiración y ganas de crear”. Bárbara, aunque no es músico, es muy sensible a la música y ha estado conectada con ella desde niña. Como artista que representa a Venezuela y el cuatro triple internacionalmente, siente una gran responsabilidad con el mensaje de su arte. Prefiere crear temas con los que se sienta identificado, y producir para artistas que compartan sus valores, evitando proyectos con antivalores o música que considera desechable o enlatada, y que carece de contenido “nutritivo”. No busca la fama, sino dejar un mensaje auténtico a través de su arte, aunque le encantaría que su música llegara a mucha más gente.

Miguel nunca imaginó ganar un Grammy, pensando que eran premios para la industria pop o urbana. Sin embargo, se enteró de que estos premios reconocen diversos géneros como la música clásica, folclórica e instrumental.

Su álbum Identidad, grabado en Venezuela en 2017 como despedida y agradecimiento al país antes de su mudanza a Irlanda, fue postulado por su ingeniero de sonido, Darío Peñalosa, principalmente por la calidad de audio y el protagonismo del cuatro. El álbum, compuesto por él y con colaboraciones de artistas como El Pollo Brito, Marcial Istúriz y Huáscar Barradas, fue concebido como una “fiesta” que reunía sus vivencias musicales y en el que dedicó canciones a sus padres, a Bárbara, a su ciudad y a Caracas.

La noticia de la nominación en Irlanda fue una sorpresa inmensa, especialmente porque estaba nominado junto a tres de sus músicos brasileños favoritos, lo que para él ya era un triunfo. Bárbara lo animó a creer en sus posibilidades, y en algún momento él mismo se convenció de que era el mejor disco que pudo haber grabado. Ganar el Grammy en Las Vegas fue un sueño y un momento impactante, un reconocimiento al trabajo hecho con pasión y fe, sin haberlo planeado para tal fin.

El reconocimiento le brindó proyección, abrió muchas puertas y le permitió llevar alegría e inspiración a su familia, a su pueblo y a otros artistas.

Lo que más extraña de su querida Ciudad Guayana es a su familia, tenerlos cerca. Anhela tocar para la gente de su país, las parrandas y las “guatacas” entre amigos, revivir el repertorio con el que creció. Asimismo dice que anhela con todo su corazón visitar uno de los símbolos naturales más importantes de Venezuela, el Salto Ángel, que aún no conoce. A pesar de ello, le compuso una canción, Kerepakupai Vená -nombre pemón del Salto Ángel, que significa “la caída de agua más profunda”-, la cual es el primer tema de su disco Identidad y un homenaje a su ciudad y estado. Su sueño más profundo es algún día tocar en el Salto Ángel.

Siso ha sido profesor de música. Disfruta ampliamente educar, prefiriendo trabajar con adultos y alumnos comprometidos, aquellos con “mucha iniciativa y con muchas ganas de aprender”. Valora la oportunidad de compartir lo que ha recibido y guiar a otros, algo que a él le hubiera gustado tener de forma más personalizada en sus inicios. Además de enseñar, le fascina trabajar en los proyectos de otros artistas. El año pasado produjo el disco del maestro Omar Acosta, uno de los músicos que escuchaba de niño en la radio, un referente de la música venezolana. Recientemente terminó el álbum debut de la cantante Ivana, Vestidas de mí.

Reconectando con sus raíces

Hace tres años tuvo un proyecto que define como “muy lindo”: la película El salto de los ángeles para la que compuso toda la música. Este trabajo le permitió reconectar con su ciudad natal. En 2022, bajo el contexto de la producción musical del largometraje, tuvo un reencuentro emotivo con artistas de Ciudad Guayana en la Sala de Arte Sidor -justamente un 22 de noviembre, Día del Músico-, donde tocó públicamente por única vez desde 2018. En exclusiva para Correo del Caroní, Miguel subraya que está próximo a lanzar su nuevo álbum titulado Radio 5:30 am, un tributo a ese momento formativo en su vida, cuando estudiaba matemáticas a tempranas horas del día antes de ir a la escuela, situación que jamás pensó sería uno de los detonantes que lo llevó a ser el cuatrista que armoniza corazones con sus canciones en todo el mundo.