


He sido un tenaz impulsador del concepto filosófico que debe sustentar al periodismo: su compromiso moral con la historia, la suya y la del país, y para ello debe cobijarse bajo las premisas de verdad, libertad y democracia, en función de la generación del pensamiento crítico necesario para formar una sociedad informada y de opinión sustentada en esos valores, porque no puede existir ni país ni sociedad en el oscuro mundo de las tiranías de mano generosa que prohíjan la sumisión por la subsistencia a cambio del silencio y la complicidad del hambre con los tiranos.
Este 47° aniversario de Correo del Caroní, La Casa de las Ideas, es propicio para exponer su compromiso histórico con esos valores que lo han erigido en el corazón del pueblo guayanés como su confiable suministro de información veraz y oportuna, que puede comprobarse revisando las páginas de su voluminoso archivo. En ellas se encuentran, por ejemplo, impecables y conmovedoras alertas sobre el destino del pueblo venezolano cegado por las promesas musicales del Flautista de Hamelin.
Cuando se trabaja en función de ese compromiso histórico con la honestidad, coraje e hidalguía de Correo del Caroní, se obtiene como blasón de dignidad los arteros ataques de los heraldos de la miseria moral, que, a pesar de todo su poder desplegado en estos últimos veinticinco años, no han podido doblegar el alma de acero de este periódico de profunda raigambre guayanesa, como otra estrella en el despejado cielo de la libertad de Venezuela.
Salve Correo del Caroní en este nuevo aniversario que lo acerca a su medio centenario con el mismo vigor periodístico de su primera edición. Mis felicitaciones a todo su personal, sinónimo de lealtad y valentía, a sus periodistas, colaboradores y articulistas, y sobre todo a nuestra Ciudad Guayana, que ostenta, como pocos, el orgullo de ser sede de un bastión de dignidad como Correo del Caroní.