La cada vez más caótica disposición de desechos sólidos de la ciudad inspiró el nacimiento del proyecto de rescate de espacios verdes de la Fundación Dos Aguas. En cuatro años, junto a vecinos de cada sector, han limpiado y sembrado árboles en cuatro plazas de Puerto Ordaz.
Con esta fórmula de participación ciudadana han disminuido la acumulación de basura alrededor de los seis espacios que Dos Aguas ya recuperó: tres en Villa Africana (Vía Italia 1, calle Túnez, E/S Virgen del Valle y La Churuata CC), dos en Unare, y uno en Los Olivos, en la calle Azores. Se trata, dicen los activistas, de una forma de promover la defensa de la biodiversidad del estado Bolívar, así como la cultura del reciclaje para la preservación ambiental.
![]() “Esto (el rescate de áreas verdes) nace de la cantidad de basura, nos estamos arropando de basura, nuestras áreas ya no existen”, expresó Yaritza Castilla, vicepresidenta de Dos Aguas | Fotos William Urdaneta
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Gladys Belis es de las que piensa que un espacio limpio revaloriza las viviendas. Lleva tres años como coordinadora de áreas verdes urbanas de la Fundación Dos Aguas, pero incluso antes de eso, por iniciativa propia, aplica los principios del reciclaje. Clasifica los cartones de huevos y los ofrece a quienes los venden en el mercado de Unare, colecta frascos de mayonesa o pasta de tomate y se los lleva a los vendedores de guarapo de caña y jugos en el mercado, además utiliza las bolsas plásticas de harina, azúcar o arroz para almacenar frutas y vegetales.
Es una de las promotoras de la siembra de plantas. Las recolecta para las plazas porque sueña con una Guayana verde. También acumula los desechos orgánicos para preparar abono para las plantas (compostero), y es lo que intenta enseñar a todos los que quieran involucrarse con el rescate de áreas verdes cercanos a sus viviendas en una ciudad que, hasta ahora, no ha tenido esta cultura y donde espacios como el parque La Llovizna, Cachamay y Loefling perecen ante la desidia gubernamental y municipal.
“Yo creo que eso viene de hogar, el respeto y cuidado. Eso revaloriza tu vivienda, a nadie le gusta vivir en un entorno feo”, dice. La educación es pieza fundamental para que la labor se expanda y se mantenga en el tiempo. “Hay que educar, compartir mensajes como ¡No lances una botella, lanza una semilla!”.
La organización planea instalar un centro de reciclaje en la plaza de Los Araguaneyes, en Los Olivos, una vez que pase la cuarentena y tiene pensado involucrar a la Alcaldía de Caroní. “Ayuda a que no veamos tantos desechos sólidos en la calle, el plástico es el que predomina en la basura de las calles”, expresó Yaritza Castilla, vicepresidenta de la organización.
Guayana no tiene un sistema de recolección de desechos sólidos constante, ni un relleno sanitario oficial, y su impacto es notable. La ciudad se ha convertido en pequeños focos de botaderos de basura improvisados cada tres cuadras. Los zamuros sobrevuelan sobre las cabezas de los transeúntes y se posan sobre los árboles que dan sombra en las orillas de las calles y esto se debe, en parte, a la falta de cultura de reciclaje y la ausencia del aseo urbano en la que se enorgullece de ser la ciudad planificada.
Jardines por la ciudad
“Esto nace de la cantidad de basura, nos estamos arropando de basura, nuestras áreas ya no existen”, expresó Yaritza mientras señalaba el bambú de casi 3 metros de altura, sembrado en el medio de la plaza de Jardín Levante, en Alta Vista.
Fue una de las primeras plazas en ser recuperadas. Una esquina de xerófilos, otra de lirios, una hilera de arbustos úcaros y el busto de Francisco de Miranda rodeado por isoras embellecen la vista lo suficiente como para que cinco familias del sector se comprometan con el mantenimiento de la plaza, y el riego de las plantas todos los días, cargando más de tres tobos de agua.
Eso es lo que hacen Pedro Flores, y su esposa Yudith, ambos ancianos de más de 60 años. Pedro se encarga de abrir los hoyos para sembrar las plantas y velar por su mantenimiento. Su esposa trata de mantener la plaza limpia enseñando a los transeúntes a cómo y dónde botar la basura, qué hacer mientras se espera al camión recolector, enseñar a los transeúntes a recoger las heces de sus mascotas y los beneficios de los desechos orgánicos para las plantas, todo lo que no hace ni la Alcaldía ni el Ministerio del Ambiente.
“Esta plaza se va a ver más bonita cuando las plantas comiencen a florecer, eso es lo que nos motiva”, afirmó Pedro. Para el anciano, la plaza aviva el sentido de pertenencia, y el compañerismo incluso en las personas que no son amantes de la vegetación y mejora la salud de la gente. “De repente no hagas nada, pero viendo a otro te motivas”.
Pero él no es el único que piensa así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que las áreas verdes son un recurso indispensable para lograr una salud sostenible en las zonas urbanas, los niveles de contaminación del aire suelen ser bajos en ciudades bien planificadas con áreas verdes extensas, estas tienen una relación directa con la salud de las personas y el compañerismo de las comunidades además de que su presencia disminuye las olas de calor en la ciudad.
Los vecinos, junto a la organización, se esmeraron de tal forma que diseñaron un sistema de riego casero en esta plaza que funciona cuando la crisis del suministro de agua en la ciudad no hace de las suyas, involucrar a la comunidad para el mantenimiento de las áreas rescatadas ha sido trascendental para marcar una diferencia.
Yaritza se aferró al proyecto con la convicción de que sembraría en los ciudadanos el sentido de pertenencia necesario para sanear los espacios de la ciudad con autogestión. El mantenimiento de esta plaza ha costado más de una charla de concientización a los estudiantes del Colegio Jardín Levante, para que dejasen de romper los aspersores, y el alumbrado.
“Yo pensé en ponerle una caminería de tejas rotas para que supiesen por dónde caminar, pero, ¡qué va!”, expresó Gladys Belis. Ella ha sido la mano derecha de Yaritza para rescatar los espacios y la responsable de sembrar xerófilos (plantas que no requieren tanta agua, y que por lo general tienen espinas, como los cactus) en la plaza para que los estudiantes no las tocaran.
La plaza Los Faroles, también en Jardín levante, ha ocupado un lugar especial en el corazón de Gladys, porque también representa un trozo de El Palmar, donde administró el Hato Santa Bárbara. De ahí se trajo el apamate amarillo que erguido presume su belleza y toda la sombra que puede ofrecer a los vecinos del sector.
En esta otra plaza también hay un pino, el más alto, úcaros, palmeras e isoras. La Fundación La Salle colaboró con el mantenimiento de los banquitos y Gladys asignó a cada árbol al menos cinco padrinos dentro de comunidad, niños en su mayoría. El mantenimiento de la grama también es autogestión y la lucha para mantener limpia la plaza es constante.
Contra la poda y tala
“Si por cada acto importante de tu vida siembras un árbol lo vas a valorizar, lo asocias a momentos”, es lo que Gladys trata de inculcar en una urbe donde la poda indiscriminada gana terreno por falta de cultura, o por falta de gas para cocinar, incluso se han reportado podas en parques naturales abandonados como el Loefling.
Miembros de la fundación acompañados de especialistas como ingenieros agrónomos y urbanistas han tratado de asesorar a las contratas de la Alcaldía que se encargan de podar los árboles, y a los vecinos.

“Nos hemos acercado muchas veces porque están podando mal, a veces dejan solo un metro del tronco del árbol, eso no es lo correcto, poda es eliminar algunas ramas si afectan algún tendido eléctrico, si las ramas están secas. Lo que hacen es talar no hacer la poda técnica que dicen los expertos en eso”, denuncia Yaritza.
La vicepresidenta de Dos Aguas insiste en que es necesario informarse incluso para sembrar árboles en hoyos suficientemente profundos para que no se caigan, la poda especializada para que no pierdan equilibrio, y el tipo de árbol con la altura adecuada en zonas estratégicas para que no afecten el tendido eléctrico o las viviendas.
“Estamos dispuestos a seguir trabajando con la ciudad, pero necesitamos el apoyo de la Alcaldía y demás voluntarios jóvenes, para que la poda se haga de la mejor manera, porque no la están haciendo, nuestros profesionales están a la orden para trabajar juntos”.
Ella insiste en que el apoyo de la Alcaldía es importante porque cuentan con la infraestructura necesaria para que el proyecto tenga más alcance, pero hasta ahora, si los ciudadanos quieren espacios verdes y limpios, deben procurarlos ellos mismos.
Todo comenzó con araguaneyes
La alfombra amarilla que cubre los suelos alrededor de los árboles araguaneyes ofrece una vista muy difícil de ignorar cuando estos están florecidos. Dan la sensación de caminar entre mariposas amarillas que revolotean cada vez que el viento las golpea. Son árboles que, lo que no tienen en altura lo compensan con su atractivo. Son la obsesión de Gabriel Picón Navas, ingeniero forestal que fundó Dos Aguas.

El hombre se propuso sembrar 20 araguaneyes en una sola plaza, la plaza de Los Araguaneyes, en Los Olivos de Puerto Ordaz. Yaritza, quien asumió la dirección de la organización, piensa sembrar dos araguaneyes más este año, además aventura que es una de las plazas en todo el país que tiene 20 araguaneyes en un mismo sitio y que no tardarán en cubrir el suelo de una alfombra amarilla de flores como la que soñó quien los sembró en 2013 cuando extrajo las semillas del árbol madre de los araguaneyes, en el parque La Llovizna de Puerto Ordaz.