miércoles, 15 enero 2025
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Con cuatro colores, Régulo Pérez sigue haciendo arte inspirado en el sur del Orinoco

El guayanés Régulo Pérez es un pintor representante del arte contemporáneo moderno venezolano. Asegura que no pisará un museo nacional por el abandono al que han sido sometidos, pero a sus 90 años sigue creando, dibujando y últimamente ha logrado expresarse a través de las letras.

@joelnixb

El artista guayanés, Régulo Pérez, recuerda con pasión y entusiasmo cada uno de los detalles de su transitar artístico que inició en su terruño natal Caicara del Orinoco, al oeste del estado Bolívar a orillas del río padre. Con cuatro colores en medio de una cuarentena que no le permite sumar más tonos, sigue creando. “Siempre están en mi memoria mis vivencias porque soy un pintor de la naturaleza, todavía estoy reflejando animales, plantas, faunas”.

Tiene 90 años y una memoria intacta. Habla como si fuese ayer de su paso por la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, por el Taller Libre de Arte, por Los Disidentes y cuenta anécdotas de sus compañeros de arte en presente – “ella es, él es” – como si la mayoría no hubiese pasado a otro plano. Se llena de orgullo al describir sus logros, los de sus allegados y específicamente los de sus paisanos bolivarenses en una entrevista por videollamada con Correo del Caroní.

Sus obras integran el realismo social y la naturaleza “pero desde la interpretación, realismo en el sentido de la realidad pero hay una forma personal de plasmar”, con una fuerte influencia de Pablo Picasso. “Sus obras nos apoyaron en la forma de observar y aprender a ver”.

En Caicara del Orinoco, Pérez dibujaba como cualquier otro niño. Entre los 5 y los 10 años viajó con su papá a la selva, al Caura, a Los Pijiguaos, “conviví con la sarrapia y los animales, yo los dibujaba y esa fue mi base”. De allí que insista en que su raíz es la naturaleza, de la que se desprende su primera obra pública en Caicara: los cartones de la lotería de animalitos. “Eran unos cartones con 16 imágenes de animales y personajes y con eso jugaba la gente en los alrededores del pueblo; hubo una necesidad de duplicarlos y yo lo hice”. También pintaba caricaturas de las personas que jugaban dominó en la calle.

Comenta que su padre, quien era comerciante, recibía Fantoches, revistas como Élite, El Cojo Ilustrado “y así me formé, es impresionante que venga de un pueblo lejano, así como Alejandro Otero de El Manteco y Jesús Soto de Ciudad Bolívar, nos fuimos a Caracas a formarnos como debe ser”.

Los Disidentes

Pérez ingresa en 1945 a la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, época del inicio del arte contemporáneo moderno en Venezuela. Recuerda que maestros como Manuel Cabré, Pedro Ángel González y Marcos Castillo “eran pintores populares que se formaron solos pero eran artistas verdaderos que nos enseñaron mucho dentro de sus limitaciones”.

Aunque no era fácil ver tantas obras en museos como en la actualidad, sus profesores en contacto con el director de la escuela, Antonio Edmundo Monsanto, tuvieron reproducciones de Picasso, algo nunca antes habían visto por los estudiantes.

Rememora que Alejandro Otero junto con Pascual Navarro, Carlos Cruz-Diez, Ángel Hurtado y Virgilio Trómpiz eran egresados de la escuela y también dieron su aporte artístico a los estudiantes. “Alejandro vino de París con un éxito grandísimo, una serie de obras inspiradas en Picasso que conmovió a todos”.

La Revolución de Octubre de 1945 -golpe de Estado contra el general Isaías Medina Angarita, organizado por las Fuerzas Armadas y Acción Democrática- conmovió a todo el país y fue una oportunidad para que la Escuela de Artes y sus alumnos se renovaran y buscaran otros horizontes. “Entonces pretendimos hacer que la escuela tomara más información, más técnica y el secretario de la junta de gobierno Luis Beltrán Prieto Figueroa abrió el Taller Libre de Arte y llegó Alejandro Otero con sus obras, a partir de ahí se crearon Los Disidentes”.

Parte de los cuadros del artista inspirado en los petroglifos de su pueblo natal | Fotos cortesía Régulo Pérez

Los Disidentes fue un movimiento artístico compuesto por artífices venezolanos que duró de 1945 a 1950. Tuvo como bandera el rechazo a las formas tradicionales del arte, impuestas en ese entonces por la Escuela Paisajista de Caracas y el Círculo de Bellas Artes, recuerda. Sus lineamientos quedaron plasmados en el Manifiesto No, un documento que promovió el arte abstracto y enfrenta a la academia; y que fue firmado en París en 1950 por al menos 20 artistas, entre ellos Régulo Pérez, Rafael Zapata, Bernardo Chataing, Genaro Moreno y Omar Carreño, Alejandro Otero, Mateo Manaure, Narciso Debourg y Pascual Navarro.

Pérez recalca que en Los Disidentes participaban varios guayaneses que aportaron al movimiento contemporáneo nacional. El bolivarense Jesús Soto, exponente del arte cinético, no participó de forma directa en Los Disidentes, pero tuvo contacto con el movimiento. “Estaba la talentosa e inteligente Aimée Battistini, de El Callao, una de las primeras artistas que llegó a París y recibía a todos los artistas que llegamos en ese momento. Alejandro Otero con sus brillantes obras y yo”.

“Tenemos que contentarnos que en el gran movimiento contemporáneo nacional estaban tres guayaneses y eso es muy emocionante para mí y más cuando todavía doy entrevistas hablando de mis compatriotas, de nuestros compatriotas”, expresa con alegría.

En 1947 realizó su primera caricatura en el semanario humorístico Fantoches, también trabajó en el Morrocoy Azul, en El Nacional y en Correo del Caroní “y en todos los periódicos humorísticos de la época trabajé con mi amigo y compañero Pedro León Zapata”.

Pintando a Guayana

En 1986, Pérez fue invitado por la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) a la Operación Rescate, que consistió en rescatar animales que habitaban en zonas inundadas por la construcción del lago artificial de Guri. Duró tres meses y fueron captados 18 mil animales de 55 especies variadas, según la CVG. “Estuve en el sitio donde se recolectaban todos los animales y prácticamente los dibujé a todos, monos, monos arañas, picures, dantas, tigres, culebras y luego hice una exposición que se llamó Operación Rescate: El mundo encontrado en el mundo perdido en el Museo de Arte Contemporáneo”.

Los animales “que estaban condenados a desaparecer” dibujados por Régulo Pérez en 1968. “En el cuaderno se salvaron y como el arca de Noé se reprodujeron”, escribió el artista

Pero este no fue el único proyecto en su región. Dibujó la cima del Monte Roraima y “sus piedras que parecen grandes esculturas extraordinarias”. También en una curiara con motor fuera de borda recorrió el Delta del Orinoco dibujando, encargado por la CVG. “Fui a Puerto Ayacucho, al territorio Amazonas, el río Casiquiare y el Inírida”.

En Ciudad Bolívar dibujó la Piedra del Medio y también parte de los tres mil petroglifos que conserva Caicara del Orinoco. “Copié los petroglifos en un cuaderno e hice unos cuadros con interpretación mía y es que los hombres primitivos eran tan extraordinarios pintores realistas que mira, hicieron un pollito, este es un sol y esta una calavera que representa la muerte”, dice, mientras enseña a la cámara un cuadro y pasa su mano por cada pieza ilustrada.

Un pintor que no para

En estos días, Pérez redibuja algunas de sus obras “pero sin repetirme”. Pinta algunos animales de la Operación Rescate, un acuario del Orinoco, “un bestiario de Guayana y un zoo que llamé Ilógico de animales de Guayana que son 16”. Las técnicas utilizadas para plasmarlos fue grafito y acuarela sobre papel. Entre los animales hay una culebra lora, un lagarto, una pereza, un zorro, un rabipelado y un mato de agua. “Repito el contenido, pero no la forma”.

Además de pintar, escribió el libro Diario porno dejar en el que el personaje principal llamado el Amargoso de Angostura es él. “Es un diálogo conmigo y digo que río por no llorar y lloro por no reír”, cuenta. El manuscrito lo dedicó a sus amigos David Natera Febres y Eliécer Calzadilla. “Siempre trato de expresar lo que siento, la vida, lo hermoso y bello que es el arte, me mantiene creando la vida misma con todas sus complicaciones”, expresa.

Como Régulo en acción definió estas obras que envió al equipo de Correo del Caroní

Para Pérez, lo mejor de esta época es que no hay problema en las tendencias artísticas. “Antes siempre había una discusión y división entre lo abstracto y lo figurativo, afortunadamente se acabó eso”. Sin embargo, piensa que en la actualidad hay obras muy abstractas: “Llega un artista y coloca una cantidad de cosas y las tira en el museo es una obra, no estoy de acuerdo, pero lo respeto”.

Piensa que con el sistema político que tiene Venezuela desde hace 20 años “los museos están abandonados. No pisaré más un museo, no quise exponer en la Galería Nacional porque no tiene sentido, aquí se perdió el apoyo. Mira cómo está el museo de Jesús Soto, sitio de gran importancia artística porque alberga obras contemporáneas de renombre”.

Rescata que en estos 20 años se han formado artistas talentosos y diversos que “se destacan en la expresión geométrica, en la pintura, la escultura, en las instalaciones y figurativos”, pero no cuentan con apoyo de las instituciones. “Los penúltimos se formaron en la Escuela Básica Armando Reverón, pero esta decayó y no hay personal de calidad. Muchos profesionales se fueron ¿qué más van a hacer si aquí ya no hay nada que hacer?”.

En Caicara del Orinoco, una amiga de Pérez tenía un tanque de tortugas, él realizó unos cuadros y le dio bocetos a Leonel Durán, un vitralista

Mientras tanto, él sigue pintando con sus cuatro colores y el 20 de junio participó con su esposa, la escultora Nidia del Moral, en la exposición en línea organizada en Miami con el nombre COVID-19. De 400 artistas del mundo inscritos, fueron seleccionados solo 80 y 5 de estos están residenciados en Caracas. En el último trimestre del año participará en una exposición del humor gráfico en la Universidad Alcalá de Henares, de la que es doctor honoris causa. “Esta es la única universidad que tiene una facultad de humor gráfico, soy invitado especial, el tema es la tierra, desastre que hay ahorita, las desgracias naturales”.

Pérez dice que nació en el lado derecho de Anchura del Orinoco, como le gusta llamar a Caicara, “quizás no pueda ir más ¿quién sabe? me gustaría volver, pero no extraño nada”. Sin embargo, para recordar a su terruño diseñó en un ventanal de su casa -en Chacao- un gran vitral del río Orinoco con 16 tortugas. “Es como si yo estuviera flotando en el río y las tortugas se van asomando. Entonces, ¿para qué me voy a mover yo?”.