
Es la hora de reflexionar, y asumir sin vacilaciones, con compromiso y madurez, la tarea de liderar la fundación de esa nueva Venezuela agroexportadora que tanto hemos soñado.
Mientras 9,3 millones de venezolanos sufren de inseguridad alimentaria, el país es sacudido por el regreso de las ocupaciones e intervenciones de las agroindustrias privadas que se mantienen de pie.
Contrariamente a la lógica universal, Nicolás Maduro continúa aplicando medidas regresivas que nos limitan de manera significativa el goce del derecho a la alimentación.
Ni siquiera frente a una grave crisis sanitaria, acompañada por una merma sin precedentes en los ingresos petroleros, que les impide importar alimentos, Nicolás Maduro inmerso en su pensamiento totalitario, se permite darle el verdadero carácter estratégico al sector agropecuario nacional.
Este pequeño equipo de universitarios en número, pero inmensos en compromiso y sueños, nos demuestran ser ciertamente “la casa que vence las sombras”. Científicos venezolanos brillantes, que representan los talentos que abundan en nuestras universidades.
Ha originado gran preocupación entre los productores de cerdo de la región, especialmente en Sudamérica, la llegada a Venezuela de 13.500 toneladas de carne de cerdo congelada a un costo de 11 millones de euros, importada por Nicolás Maduro desde Rusia, país que reporta presencia de Peste porcina africana (PPA) en su territorio desde el 2012.
Nunca como ahora se había respirado tanto interés entre los agricultores del sector privado venezolano por la siembra de soya, asegura Werner Gutiérrez en su más reciente columna. La tendencia en el crecimiento de la superficie cosechada en estos últimos años es positiva.
La cría de búfalos, la siembra de soya y el avance de la industria camaronera nacional son algunos de los ejemplos que, de acuerdo con nuestro columnista Werner Gutiérrez, muestran el coraje del agro.
El sector agropecuario está dejando constancia para la historia de esas dos Venezuela que luchan férreamente por el derecho a delinear el futuro de nuestra nación.
Son diversas las razones que nos permiten decretar el año agrícola venezolano 2019 como el peor en un siglo de historia.