
Resulta ineludible que las escuelas sean partícipes de lo que se denomina sociedad del conocimiento científico y tecnológico. Un camino a ello es impulsando la investigación desde los primeros niveles.
Si es cierto que todos tenemos la capacidad de investigar, la escuela y la formación académica deben seguir incentivándola, cultivándola y llevándola a los parámetros lógicos de los métodos científicos.