No exagero cuando hablo de un ser humano fuera de serie. En especial porque tuvo la capacidad y la valentía de rectificar, después de haber estado sumergido en el pozo sin fondo de la izquierda jurásica latinoamericana.
Hay un grupete ominoso y atroz, pero existe una pandilla aborrecible y repugnante. Algunos siguen aterrajados, otros cambian de enchufe en ese enroque de los mismos en diferentes minpopos.
Su socialcomunismo es más profundo en la medida en que se adueñan de todas las riquezas de este país, del erario público, canonjías, privilegios, prebendas y prerrogativas de toda índole.
El viacrucis de Baduel me plantea si en algún momento surge algún dilema en la psiquis de estos “soldados”: entre salvar a un poderoso, pero condenar a 30 millones de seres humanos.
Quién podría imaginar que los más crueles dictadores contarían con la complicidad e incondicionalidad de pensadores, escritores, creadores, académicos, políticos, artistas y demás fauna socialcomunista.
Erigido como escudero de Pedro Sánchez acumuló enormes cuotas de poder, y hacía sentir que era intocable-infalible cuando se mostraba frente a las cámaras.
La educación pública -en sus diferentes niveles- es una ruina total. Por la preescolar, especial, primaria, secundaria, técnica y universitaria pasó el barbarazo socialista.
El patriota de los negocios ascendió al espacio sideral de las Grandes Ligas, gracias a la descomunal cantidad de dólares que le entregaba el socialcomunismo venezolano.