Un estadista con una amplia experiencia que se tomó su tiempo para ir a Rusia “a observar, analizar y comparar lo que viera con mis propias ideas, para ratificar o rectificar mis propias convicciones”.
Grandioso e inconcuso fue su enorme talento: como dramaturgo, novelista, ensayista, articulista y hasta en su trabajo en la televisión venezolana como creador de telenovelas.
Para el resentido el otro es el enemigo, a quien es menester abatir, vencer. Aunque también se dan por bien pagados cuando humillan, pisotean, oprimen y ofenden.
Ese venezolano que no claudica y que se crece ante el infortunio y los reveses vivió en democracia, o tiene referencias en su entorno social y familiar, por lo que sabe que no puede conformarse ni resignarse a sufrir el trágico desastre que impone el tiránico socialcomunismo.
Ese pueblo envenenado por la mentira también está en nuestro continente. Primero en Cuba desde hace más de 65 años. Esto es casi siete décadas de una zurda revolución, levantada sobre la coba y el embuste de una tiranía que impone bulos a sus pobladores hambrientos.
El riesgo es elevado. Mas en socialismo no queda otra salida para el pueblo, porque la cocción de los escasos alimentos que llegan a los hogares depende de ese combustible: que cocina el bocado pero que puede ser letal, como lo vemos a diario.
Los camaradas encaramados en el poder, y en especial los habitantes de aquellos países en las garras del comunismo, sufren las consecuencias del éxodo venezolano, que suma 9 millones de seres humanos.
Los procesos electorales eran una fiesta cada 5 años. Siempre en diciembre tuvimos nuestra cita con la democracia. Sin traumas ni continuismos, pues las reelecciones inmediatas estaban proscritas.
El nombre de Begoña Gómez está en boca de quienes la defienden pero también de acusadores, que ven en ella la representación del abuso de poder en toda su tumultuosa desfachatez e inverecundia, de lo que no se salvan ni las universidades.
Puede decirse que aquella asimétrica guerra comunista -de Mao contra los pajaritos- la ganaron estos últimos. Pues el tirano chino se vio obligado a importar gorriones, que les proporcionaron sus aliados, para reestablecer el equilibrio en la naturaleza. Todo quedó entre zurdos camaradas.