
Las figuras públicas, las que piden ser elegidas, que lo hacen por voluntad propia, saben que están expuestas al escrutinio público. Ese es el trato. Igual con los funcionarios a quienes nadie obliga a serlo. A todos ellos los ciudadanos le cedemos poder y le pagamos un sueldo.
Cada vez que se solicita la reforma de la Carta Democrática Interamericana, a todas estas lo que se busca es conjurar la inmediatez de la libertad y la comunidad de ideales democráticos. Y si se trata de la Carta Social dictada para frenarla, los resultados de su aplicación están a la vista. Venezuela es un camposanto.