jueves, 28 marzo 2024
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Distributivismo comunista

No he conocido ninguno que produzca riqueza, pero son unas cajas de machete para apropiarse de los presupuestos de los países que, en mala hora.

Todo comunista es narcisista y distributivista. Eso sí, son unos vagos de tomo y lomo, por lo que se afincan en quienes trabajan y producen para cumplir con el fin último de su ideología, como es repartir lo que no les pertenece. Son una verdadera plaga y un desastre cuando acceden al poder. Llegan, como las langostas a los sembradíos en plena cosecha, para arrasarlo todo e imponer la miseria a quienes habitan esos territorios. Prorratean pobreza, allí donde ingenuos pobladores les abren las puertas de par en par, seducidos por los cantos de sirena de la igualdad, la justicia y la distribución equitativa de la riqueza.

No he conocido comunista que produzca riqueza, pero son unas cajas de machete para apropiarse de los presupuestos de los países que, en mala hora, creyeron en sus promesas de cumbiamberas. La solidaridad internacional, de la que se ha adueñado el comunismo, tiene un efecto llamada, lo que hace que se congregue una fauna de vagonetas y gandules, unidos por la ideología. Y todos vienen a pegarse de la misma teta, a la que secan e infectan con inusitada rapidez. Nunca sabremos cuántas de estas sanguijuelas han estado chupando en Venezuela, durante estos 21 años de socialismo del siglo XXI.

Lo qué si sabemos, y más que saber, sufrimos, es el tamaño de la ruina en la que han sumido a Venezuela en apenas dos décadas. El resentimiento está en la base de su afán destructivo, para el que no existen límites de ninguna naturaleza. Ni siquiera la dignísima superioridad ‘moral’ de la que presume esa izquierda perniciosa y destructiva, que debería poner en practica algo de la honestidad que predica antes de adueñarse del poder. Todo lo contrario, el poder, constituye una patente de corso para desplegar todas las formas de corrupción conocidas y por conocer.

El propósito medular de la élite dominante es apropiarse de todo lo que pueda ser convertido en riqueza, para transformarlo en propiedades, pertenencias, dominios, posesiones, bienes, capitales. Organizan complejos entramados de complicidades con testaferros, mafias, taifas, gavillas y pandillas -nacionales e internacionales- para colocar a buen resguardo lo que roban, desfalcan, hurtan, desvalijan y saquean.

 Su nauseabundo narcisismo unido a su presunta superioridad, los hace colocarse en el vértice de la pirámide con todos los privilegios, incluso los inimaginables. Como regalar millones de dólares a camaradas y amigos, para comprar a los adoradores del presente y del futuro, que se arrodillen ante fabricados proceratos y/o deidades ateas. O tambien obsequiar petróleo a una ciudad -rica y cosmopolita- como Londres, mientras los venezolanos recibían limosnas en forma de misión, y la pobreza se consolidaba entre los sectores más desprotegidos.

Siempre que pienso en este tema me pregunto cuánto gastó el difunto en asesores como Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón, Carolina Bescansa o José Luis Rodríguez Zapatero, solo por nombrar algunos de los españoles. Tambien tengo curiosidad por saber a cuánto ascendieron los emolumentos para comunistas de mayor recorrido y con best seller en su currículo, como Norberto Ceresole, Heinz Dietrich o Martha Harckneker. Otros cachet elevados fueron los de Noam Chomsky, Danny Glover, Sean Penn, Oliver Stone o Naomi Campbell. Ninguno vino gratis. Fue un dispendio grotesco e inútil para el país, pero de mucho provecho para el histrión narcisista-distributivista, que pagaba estas peregrinaciones hasta su santuario, para ser ¿adorado? en su propia tierra, que pisada por él se convertía en santa.

Estos vagos, irresponsables y corruptos distribuyen entre ellos las riquezas que encuentran en los países que toman por asalto, en tanto que administran, perversamente, la más miserable de las pobrezas entre las grandes mayorías. A quienes convierten en pordioseras, las obligan a depender de limosnas, y les imponen la mendicidad como forma de subsistencia. En síntesis, el distributivismo comunista es así: la abundancia, opulencia y boato es, exclusivamente, para la cúpula narcisista, y las migajas, sobras y desechos para el proletariado.

Agridulces

Cayetana Álvarez de Toledo, vocera del PP en el Congreso de los diputados de España, despunta como una de las mujeres más lúcidas en el panorama político europeo. Es admirable, y de ella tomo una frase: “Es necesario desmontar esa falaz superioridad moral de la izquierda. A esa gente no le importa matar de hambre a la gente para mantenerse en el poder”.

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