viernes, 29 marzo 2024
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El reto

Cualquier negociación debe ser concluida antes del 10 de enero porque de lo contrario el régimen continuará ganando tiempo, y el pueblo penurias.

El enemigo está enfrente, no a los lados. La oposición sincera debería reconocer esta realidad pero el pescueceo por presidir una transición o no se traduce en politiquería barata y obra contra la unidad de criterio en asuntos trascendentales que agobian a la nación, y deben ser afrontados para iniciar una solución que nos saque de las profundidades a las que nos ha conducido este socialismo, que ni es socialismo ni es adefesio del mismo.

Hay que comenzar por no descalificar a nadie y evitar los ataques personales y políticos contra aquellos que asumen posiciones más duras contra el régimen. Hay que tratar de comprender que las posturas blandas o acomodaticias no son necesariamente las mejores y las más efectivas; tampoco las primeras por sí solo. Ambas son utilizables según el terreno que se pise. Y si logran converger en un mismo objetivo y se usan alternativa o conjuntamente pueden ser muy efectivas para lograr el doblegamiento del adversario.

Las condiciones existentes no permiten ocuparse de la política partidista y personalista mientras no tengamos un panorama claro de libertades en todas las áreas e instituciones, no mediatizadas por el actual gobierno.

La Asamblea Nacional electa por el pueblo en diciembre de 2015 acaba de hacer un acuerdo, evidentemente imperfecto, criticado y con detalles faltantes y algunos sobrantes, que pareciera ser una exigencia de la comunidad internacional que nos apoya para ella continuar en la lucha conjuntamente con los venezolanos. Ya lo dijo el embajador colombiano a su manera. Esta lucha es venezolana y si no nos ponemos al frente nadie lo hará por nosotros. Aliados sí, sustitutos no. En fin: el acuerdo de los diputados menciona la tragedia y a los causantes, y orienta el asunto hacia una negociación que obligue la salida de los ostentadores del mando.

Asimismo, los países amigos declararon tajantemente que desconocían la elección del 20 de mayo, de manera que la legalidad y legitimidad del actual presidente llegaba hasta el 10 de enero de 2019, con lo cual se le pone fin a su mandato, al menos en teoría y jurídicamente. Si se cumpliera lo planteado y esta gente aceptara, bienvenido; pero no por eso la banda sería diezmada. Para una transición hacia la democracia habrá que tomar en cuenta y contar con muchos de los enchufados de bajo perfil y con los sedicentes chavistas originarios o ligeros que fueron apartados en estos años y que pretenden continuar con la guachafita de esta ideología perniciosa. Habrá que tragar grueso y tolerar mucho desecho y obstrucción para poder avanzar eficazmente. No obstante, Venezuela y el pueblo deben estar de primeros en pensamiento y sentir de aquellos que quieren dirigir el futuro promisor del país, lo cual incluye perfectibilidad en las acciones.

Ahora bien, en el supuesto de que el mandato presidencial caducara en la fecha constitucional prevista por las razones que se aducen, surgen varias interrogantes.

Habida cuenta que el detentador de la primera magistratura abandonó el cargo según declaración de la Asamblea Nacional de acuerdo a lo pautado por el artículo 233 constitucional, el 10 de enero habría falta absoluta del presidente y no habría mandatario electo tampoco, por tanto de acuerdo con la norma citada asumiría la presidencia el presidente de la Asamblea Nacional mientras se elige un nuevo Presidente de la República por elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes a la fecha mencionada. Aunado, el TSJ en exilio también destituyó a la cabeza de la dictadura.

¿Está previsto cumplir con la CN? ¿Es eso lo que la oposición política está cocinando y no logran acuerdo? ¿Nadie quiere la presidencia por treinta días? ¿Están buscando otras fórmulas políticas y no exactamente constitucionales? ¿Qué se va a negociar con el gobierno en el marco del acuerdo de la Legislatura? ¿Es conveniente ir a votar en la payasada municipal en condiciones actuales? ¿Es mejor abstenerse y esperar el 10 de enero? ¿O hay que tratar de convencer a la gente para que deje la flojera, la desconfianza y la indolencia, y vaya a votar como avalancha indetenible? Nada fácil porque la oposición ha contribuido a desanimar.
Y algunas otras preguntas que se harán los ciudadanos.

Cualquier negociación debe ser concluida antes del 10 de enero porque de lo contrario el régimen continuará ganando tiempo, y el pueblo penurias.

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